Capítulo 124

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{Narras }

¿Este tipo estaba jodiéndome? ¿Cómo podía venir a hacerse el idiota en un momento así?

—Lárgate, bastardo – le gruñó Christopher enojado y parándose del pequeño sillón.

—Lárgate tú – dijo Richard cerrando los puños – _____, ya no me sirve mentir – me dijo acercándose a mí y me aparté furiosa.

—¿Quién diablos eres? – cuestioné con el enfado ocultando perfectamente los nervios.

Una tos se escuchó a mi lado y observé a mi padre removerse incómodo.

Apretó los labios con fuerza y luego ví sus ojos azulados contemplar la situación.

Sonrió, y eso, de alguna manera, me llenó el corazón.

Tomé su mano y luego miré al moreno.

—¿Qué haces aquí? ¡Vete!

—_____, tranquila – me pidió mi padre con voz ronca y baja, yo lo miré sorprendida.

Christopher se encontraba parado al lado de Richard mirándonos, atónito.

—Es hora de decírselo – le dijo Richard a mi papá y yo lo observé confundida. ¿Se conocían? Mi padre asintió levemente y volvió a toser – _____... Tú y yo... Somos hermanos.

Lo miré intentando entender lo que para mí era inexplicable. ¿¡Esto era una broma!?

Díganme que sí, cielo santo.

—Eso es mentira, yo no tengo hermanos – le dije soltando la mano de mi padre y alejándome de él.

Mi débil progenitor volvió a toser cansado y lo observé interrogante.

—Sí lo es.

Tres malditas palabras que pueden dar tu mundo vuelta, sin saber como diablos te llamas.

Lágrimas incontrolables comenzaron a caer por mi rostro y yo solo los observaba buscando respuestas.

Esto era una pesadilla, no podía ser verdad. ¿Cómo podrían haberme ocultado algo así?

—Los amo hijos – dijo mi padre dejando caer una lágrima, me acerqué a él de nuevo, olvidando cualquier cosa y centrándome en su, obvia, despedida – Ya no puedo más – sollozó y me mantuve fuerte – Ustedes y su madre han sido lo mejor que me ha pasado en la vida – yo no captaba el hecho de que él nos hablaba a ambos, solo observaba su respiración acelerarse y jadear – Te amo, princesa – me dijo apretando mi mano, y luego miró a Richard y a Christopher – Cuídenla.

—No, papá, por favor. Te amo – lloré con su mano en mi mejilla – No me dejes – le rogué pero él solo sonrió.

Nada podía detenerlo, apretó mi mano por última vez y luego la soltó.

Lo observé, sus párpados se cerraban poco a poco y el pitido intermitente de la máquina conectada a su corazón, ahora solo emitía solo un ruido. Su muerte.

Decenas de enfermeros y doctores llegaron al instante alejándome del cuerpo inerte de mi padre.

Caminé hacia atrás chocándome con los brazos de alguien.

—Vamos afuera – me murmuró Christopher en el oído y volví a soltar una lágrima.

Nadie, jamás, me quitaría esa imagen de la cabeza.

Caminamos hacia la deshabilitada sala de espera del piso siete, y nos sentamos juntos.

Él solo me observaba, y yo simplemente no sabía qué hacer.

—Lo lamento – dijo en voz baja acariciando mi cabello.

Entrelacé nuestros dedos y besé su mano.

Apoyé mi cabeza en su regazo, e intenté dormir con sus suaves caricias sobre mi cuello.

Ya no me quedaba nada que realmente amara o necesitara. Solo él.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora