{Narras Tú}
—Tú sabes que no soporto a Andrea, ¿Y la invitas a casa? ¿Eres estúpido o te haces? – le reproché casi gritándole.
Noté como la pelirroja se acercaba con paso cauteloso hacia nosotros.
—Christopher – dijo llamándole la atención y él la miró intentando controlar su expresión rabiosa – Me ha surgido un imprevisto, ¿Podemos cenar en mi casa?
Suspiré resignada.
"No, no, no, ¡No!", le rogué a mi interior que detuviera la furia acumulada que estaba a punto de estallar.
—¿Sabes qué, Andrea? Christopher es MI – enfaticé – Maldito novio. Así que me agradaría que dejes de tirarte encima de él como una maldita zorra – ella me miró atónita – Vuelves a acercarte a él, y juro por lo que más quieras que te arrancaré los ojos con dos palitos escarbadientes, ¿¡Has entendido!? – le grité dejando mi última pregunta más bien retórica.
Tomé a Christopher del brazo y casi lo arrastré con una fuerza sobrenatural, debida a la rabia e impotencia del momento.
Lo empujé dentro del asiento del copiloto, y me subí al volante.
Él me miraba asombrado.
Esperen, ¿Por qué estoy conduciendo yo? A la mierda, ¿Qué diablos importa?
Solo quería alejarme de esa maldita perra.
—¡Dios! Te amo – murmuró Christopher luego de un rato y detuve el auto haciendo chirriar las ruedas contra el piso.
—¿Qué? – pregunté secadamente.
—Ven aquí.
Me tomó de la cintura haciéndome salir de mi asiento para caer sentada a horcajadas sobre él.
Me besó salvajemente pero yo casi no podía responder.
Lo que más esperaba luego de esa bochornosa escena de celos, era que Christopher me gritara como nunca en su vida y termináramos peleados por semanas.
Apretó sus manos entorno a mi cadera y yo decidí pararlo.
—¿Y qué diablos te pasa ahora a ti? – pregunté casi gruñendo.
—Ese ha sido el ataque de celos más excitante de mi vida.
Lo miré casi riendo.
—Sí, fue un poco dramático, ¿No crees?
—Sí, me gustó lo de arrancarle los ojos – empezamos a carcajear – En serio, ¿Estás con el periodo?
—No, me falta una semana – dije distraída – No sé que demonios me pasa Christopher. Simplemente no me gusta que ella se acerque a ti, y tú te demuestras tan... No sé, tan tú. Sé que quizás no te lo buscas, no puedes evitar ser tan lindo – dije frustrada y él me acarició la mejilla – Esa zorra ya me ha separado de ti una vez, y no volverá a hacerlo, ¿Entiendes?
—O sino le arrancarás los ojos con palitos escarbadientes – repitió citándome.
—¡Exacto!
—¿Qué tal si me dejas conducir a mi? – preguntó él luego de un momento.
—Bien.
Con agilidad el pasó del asiento del copiloto al del conductor, y yo me acomodé en el mío.
—Que no venga a casa – le dije.
—¡Oh no! Claro que no. No quisiera ser causante de un asesinato – me respondió divertido.
—No hables más con ella – le pedí – Por favor, hazlo por mí.
Él me miró unos segundos y evité el perderme en sus ojos.
—Está bien.
—¿Es en serio? – le pregunté emocionada.
—En serio.
—¿Así de fácil te convenzo?
—Si no te agrada que ella esté cerca de mí, pues la alejaré.
—¡Oh! Te amo, sensual criatura celestial – dramaticé.
—Te amo más – rió él.
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Enamorada de un Mujeriego | Christopher Vélez
أدب الهواة...y entonces descubrió que sin amor, todos los besos saben a lo mismo...