Capítulo 145

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{Narras }

—Te amo – musitó sobre mi boca y luego mordió mi labio inferior.

Sonreí sobre sus labios cuando me besó. Al principio solo era un beso dulce, pero su lengua no tardó en intensificarlo.

Besó, lamió y mordisqueó cada parte de mi cuello encendiendo todas las terminaciones nerviosas que había en mi cuerpo.

Mordisqueé su labio superior con deseo y adentré mi lengua en su cálida boca.

Gemí ahogada cuando deslizó una mano por debajo de mi blusa.

—Diez minutos no alcanzan – se quejó sin dejar de besarme – ¿Y si mejor son veinte? – reí y negué con la cabeza – ¿Quince?

—Tampoco. Me tomo mi trabajo muy en serio.

Él soltó una carcajada y enarqué una ceja.

—Oh si, yi también me tomo el mío demasiado en serio – dijo volviendo a besarme. Desabrochó el primer botón de mi camisa blanca con timidez.

Como si estuviera esperando a que lo detuviera. Pero no lo hice, y solo me deleité con su mirada hambrienta. Desabrochó otro botón más y lo miré divertida.

—¿Por qué no me detienes? – preguntó atónito.

—Quiero ver hasta donde llegas.

—No te gustaría adivinarlo estando a tres minutos de tu próxima clase – dijo con voz ronca sobre mi oído.

Se me erizó la piel de la nuca.

—Te amo – le dí un corto beso en los labios. Y luego cerré los ojos haciendo uno de esos típicos besitos de esquimal.

Él sonrió con ternura y me acarició el cabello.

—¿Cómo es que de un momento a otro estoy a punto de hacerte mía como un salvaje y ahora lo único que quiero es abrazarte y no soltarte jamás?

—Las ventajas de tener a _____ en tu vida – bromeé de mí misma.

Él sonrió y entrelazó nuestros dedos.

—Abróchate esos botones o tendré que cegar a todos los alumnos, incluso a las chicas – advirtió riendo.

—Tú los desabrochaste, tú los abotonas – lo reté con una sonrisa pícara.

Él se mordió el labio y luego deslizó sus manos desde mi cintura hasta mi pecho donde, con absoluta lentitud, comenzó a abotonarme la camisa dejando ardientes pero breves caricias sobre mis pechos.

—Esto no termina aquí – me avisó depositándome en el suelo.

—¿Hoy en tu casa? – aventuré.

—¿Qué sucede con Joel? – inquirió con una sonrisa asomando en sus labios.

En los días que habíamos pasado juntos, él había estado ansioso, al igual que yo, por pasar una noche en la misma cama. O el resto de las noches de nuestras existencias.

Sin embargo, pese a los fogosos besos y miles de "te amo" que nos decíamos, yo no le sería infiel a Joel de aquella manera.

Sabía que debería sentirme sucia por estar jugando así con él, pero no quería terminar las cosas a través de un celular.

Lo encararía y me enfrentaría a cualquiera que fuera su reacción. Me disculparía e incluso pagaría sus pasajes de nuevo a Estados Unidos en caso de que él quisiera regresar, considerando que él había venido a Ecuador por mí.

—Hoy terminaré con él – dije suspirando.

Él contuvo otra sonrisa.

—¿Quieres que te acompañe a casa? – preguntó Christopher.

—Creo que será mejor que vaya sola. No creo que ayude que tú estés ahí, cariño.

—Como tú digas, ángel. Si tienes problema, me avisas – me dio otro beso y se marchó.

Me quedaban tres clases más y podría irme a casa.

Los nervios me devoraban.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora