Capítulo 72

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{Narras }

Los días pasaban rápido. Pero las noches, deliciosamente lento.

Sin embargo, había algo que me tenía en duda.

"Nos vemos pronto". Tres asquerosas palabras.

Las últimas tres palabras que le había dicho Christopher a Andrea, y me habían dejado en un mar de confusión.

Él no había tocado el tema.

Y yo tampoco tenía intenciones de hacerlo. 

Al punto, ¿Por qué?

¿Desde cuando yo había cambiado tanto?

Solía decir las cosas sin temor, ni cavilaciones.

Simplemente lo pensaba y lo decía.

Este chico había cambiado tanto mi vida y a mí misma.

Recordaba como patéticamente alguna vez había jurado no dejar que nadie cambie lo que soy. Esas promesas quedaban hechas trizas teniendo en cuenta como Christopher me había transformado.

Pero algo tenía que aceptar. Al dejar Quito, había dejado una vida de mierda, para empezar una mejor. Y si dejar que el amor de mi vida me cambie era una consecuencia, pues mierda que iba a aceptar las consecuencias.

Una de nuestras suaves y dulces tardes en el campus, momentos en los que me olvidaba de toda la filosofía o derecho, en los que no recordaba ni por asomo a alguien más que no fuera él, me decidí a preguntarle un par de dudas que tenía pendientes.

—¿Qué tal las cosas con tu madre?

Probablemente cortando el hilo de sus pensamientos, Christopher me miró fijamente.

—He hablado con ella hace unas semanas, nada importante.

Suspiré.

—Sé que no debo decirte esto, pero no deberías pelearte con tu madre, digo, sé que se equivocó, pero quizás deberías darle una oportunidad.

—No he visto a mi padre en sus últimos días, por su culpa, _____, no merece ninguna clase de compasión de mi parte, y de la tuya tampoco.

Entrecerré los ojos y apoyé mi cabeza contra su hombro.

Él entrelazó nuestros dedos y con la mano libre acarició mi cabello.

—Sabes, sé que no es un ejemplo muy bonito, pero yo he perdido a mi madre, y supongo que puedes imaginarte que no es agradable pasar tu vida sin ella.

Pese a su silencio, sentí la tensión de sus músculos.

—Lo siento, quizás no debí haberlo puesto en esa perspectiva – me disculpé.

—No es eso – susurró – ¿De qué signo eres?

Me dí media vuelta y lo miré arqueando una ceja.

—¿Que no estábamos hablando de tu madre?

—Dime – insistió.

—Tauro, ¿Por qué? – dije extrañada.

—Lo sabía, no sé si te he dicho alguna vez pero soy muy creyente en todo eso de la fuerza del sol, o el movimiento de los planetas – me observó expectante y reprimí una risa burlona – Me llega mucho eso del zodiaco.

Me reí.

—¿Y eso qué tiene que ver con todo esto? ¿Estás evitando el tema? – pregunté divertida.

—No, es que siempre me dices las cosas directamente. Y de alguna manera terminas abriéndome los ojos. Me agrade o no tu opinión, siempre terminas teniendo la razón.

—Ya, ¿Y qué tiene que ver lo de mi signo zodiacal?

—Es propio de tu signo.

Le sonreí poco convencida.

—Sé que suena raro.

—Eso es porque eres un rarito – carcajeé y besé su mejilla.

Él rió y me acarició la mejilla.

—Me equivoco. No es nada referido a tu signo zodiacal, es propio de ti.

Le entregué una sonrisa sincera. Hablar estupideces y terminar en frases tiernas era nuestra costumbre con el pasar de las semanas.

—Entonces, ¿Hablarás con tu madre? – aventuré evitando que Christopher me haga olvidar del asunto.

—Lo intentaré.

Una breve y suave caricia contra mi cadera me erizó la piel y sus ojos cafés me hicieron perderme en un abismo consumidor.

—¿Por qué sigues estudiando abogacía si no te gusta, Christopher? – pregunté de repente intentando no dejarme llevar por mis estúpidas hormonas.

—Ya te lo he dicho.

—¿Tu madre sigue pagando tus estudios?

Él asintió.

Se me ocurrió una idea.

—¿Qué sucede? – sonrió extrañado ante mi expresión.

—¿Qué tal si...?

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora