Capítulo 68

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{Narras }

Me metí debajo del grifo intentando quitarme el sueño de encima.

Genial, nuestra primera cita y el tipo me lleva a ser el blanco de balas.

Aunque viéndolo de otro modo, secretamente siempre me habían atraído ese tipo de juegos violentos. Claro que no un fin de semana por la mañana y menos después de una maratón de sexo la noche anterior.

El agua caliente relajó mis músculos.

Al salir de la ducha, me envolví en una toalla y me dirigí al dormitorio.

El delicioso olor a café inundaba el pasillo.

—¡Chris! – grité desde el cuarto – ¿Qué se supone que debo ponerme?

Unos segundos después, él se asomó por la puerta.

—Ponte lo que sea más viejo y feo en tu armario.

Fruncí el ceño.

—¿Por qué tendría ropa fea? – cuestioné divertida.

—Me refiero a ropa la cual no te importe ensuciar – sonrió.

—Entiendo, ¡Ahora vete! – hice una seña con la mano y dirigí mi vista al armario.

—Como usted diga señorita – rió ante mi orden.

Tomé unos jeans gastados y una blusa blanca. La temperatura era primaveral. Finalicé con unas converse clásicas negras.

Desenredé mi cabello frente al espejo.

Me dirigí al comedor.

—Te ves hermosa – dijo Christopher dejando un plato con hotcakes sobre la mesada.

—No mientas – le advertí.

—No miento. Amo cuando luces natural, sin maquillaje, solo tú – sonreí.

—Supongo que la pintura que me dispararán será más que suficiente como maquillaje para hoy, ¿No crees?

Él rió.

—Oh, lo he olvidado, prepara un bolso con ropa para cambiarte luego del juego.

El desayuno pasó entre miradas tiernas y besos cortos.

—¿Vamos? – preguntó Christopher con su mochila al hombro desde la puerta.

—Vamos.

Tomé mi bolso y me puse una camisa a cuadros roja y negra encima de la blusa blanca que llevaba puesta.

De repente recordé algo, ¡Miel!

Marqué rápidamente a Sofía.

—Hola linda, ¿Ya están en camino? – me preguntó mi amiga al atender.

—Ya salimos, Sofi, ¿Y Miel? – dije sintiéndome mal por haberlo olvidado allí.

—Está aquí, jugando con Johann.

—¿Qué hace Johann allí? – casi solté una carcajada.

—Luego te cuento, nos vemos cariño.

—Bien, adiós – corté la llamada, y al instante Christopher entró.

—¿Con quién hablabas? – preguntó Christopher acomodándose en el asiento.

—Con Sofía.

—¿Sucedió algo?

—No, solo le he preguntado por Miel.

—¿Miel? – dijo él curioso mientras encendía el motor.

—¡Oh! Supongo que olvidé decirte. Mi padre me ha regalado un perro.

Esperé pacientemente a que acote algo pero él no lo hizo.

—¿Hay algún problema?

—¿Cuándo has visto a tu padre? – preguntó tenso mientras conducía a casa de Sofía.

—Ayer por la tarde, ¿Porqué?

—______, yo no quiero que... – sabía que le costaba referirse al tema.

Desde que le había contado la historia de mi padre, Christopher no había vuelto a tocar el tema, pero sabía que lo incomodaba, y se ponía realmente sobreprotector.

—Fue solo un regalo – dije y me gané un suspiro de alivio de su parte – No creas que lo he aceptado en mi vida de nuevo. Simplemente me saludó por mi cumpleaños.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora