Capítulo 115

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{Narras }

—Eres una excelente profesora – me dijo Erick luego de que todos salieran del salón.

—Gracias, señor Colón – agradecí con formalidad y él rió.

—Te lo digo en serio, me has tenido entretenido toda la clase.

—¿Ah sí? – dije divertida.

—Por supuesto, y créeme que uno, castaño de ojos cafés, de la última fila estaba deleitándose cada vez que escribías en el pizarrón. Tus piernas son todo un espectáculo.

Reí avergonzada.

—Eso iba a preguntarte. ¿Crees que estoy bien vestida? – le pregunté haciendo caso omiso a lo que me había dicho de Christopher.

—Que sí – respondió observando mi trasero.

—¡No sea pervertido, estudiante! – le advertí con fingido enojo – ¿Quiere que lo mande a detención?

Él comenzó a reír.

—Yo iría a detención si fueras tú la que me castigara – dijo Christopher con una sonrisa pícara mientras entraba.

Me sonrojé y miré a Erick que se aguantaba la risa.

—Los dejaré solos – advirtió Erick – Recuerda, _____, que luego de tu segunda clase te pasamos a buscar con Sofía para ir a almorzar – dijo el trigueño marchándose.

Una vez que estuvimos solos, suspiré y acomodé un par de papeles en mi folio.

—¿No me dirás al menos un "hola"? – inquirió el castaño mirándome fijamente.

—Hola.

Él rió.

—¿Las cosas quedarán así entre nosotros? – preguntó serio.

—¿Así? – repetí cuestionándolo.

—¿No volverás conmigo ni aunque te ruegue? 

—Sería divertido verte rogarme, pero te lo ahorraré – bromeé.

—¿Y en qué se basa lo que tenemos? Porque no me digas que no hay nada aquí – dijo refiriéndose a nosotros.

—Se basa en una buena relación.

—¿Quieres ser mi amiga? – dijo sorprendido.

—No.

—¿Entonces?

—Ya no quiero pelearme contigo, Christopher.

Él me sonrió.

{Narra Christopher}

Ella no quería estar conmigo, ni ser mi amiga. Solo tener una "buena relación". ¿A qué diablos se refería con eso? Desde aquella noche en casa de Zabdiel, no habíamos vuelto a hablar.

Pero su "te amo" había perdurado en mi mente y corazón durante más tiempo del esperado. Sencillamente no había salido de allí.

Me endulzaba el corazón que ella siguiera teniendo los mismos sentimientos por mí, incluso en el momento en el que ella correspondió a mi beso, estuve seguro de que nuestro destino era estar juntos. Pero, ¿Qué era esto?

Me reproché mentalmente. Antes de que ella regresara dije que solo intentaría volver a tenerla en mi vida, y eso estaba bien, ¿Pero ahora? Estaba ansioso por tenerla conmigo como algo más que una maldita buena relación.

—En cinco minutos empieza mi próxima clase – me dijo y supe que estaba nerviosa.

—Te ha ido de maravilla recién – le recordé para que se calmara.

—¿Has prestado atención a mi clase? – preguntó sorprendida y me dí cuenta de que en realidad no había hecho otra cosa que mirar sus perfectas piernas y hermoso trasero en aquellas dos horas. Y así podría pasarme el día entero verla esforzarse en su trabajo. Me sentía realmente orgulloso, pero aquel cuerpo no ayudaba a nadie a desviar la vista de él.

—Sí – mentí.

—No me digas – dijo sarcástica y divertida – ¿Entonces has estado estudiando mis piernas? ¿Las encuentras como un nuevo símbolo filosófico?

Me reí y la abracé.

Me sorprendió que ella no me apartara, como pensé que lo haría.

Estudiantes comenzaron a entrar y debatí mentalmente si debía quedarme de nuevo en su clase, o ir a la oficina de la empresa donde probablemente tendría un gran regaño por haber llegado una hora tarde.

Lamentablemente, me decidí por la segunda opción. Aquel era mi trabajo.

—Debo irme – le avisé y ella me miró.

Luego sonrió.

—Cuídate – besó mi mejilla – Dale mis saludos a Sara – terminó ácida.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora