Capítulo 48

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{Narras }

—Bien – sonrió y suspiré – ¿A dónde quieres ir?

Gran pregunta.

—Déjame conducir – le dije tomándolo de la mano y dirigiéndolo al estacionamiento.

Christopher me detuvo acorralándome por la cintura. Su mirada estaba plagada de curiosidad, deseo, pero también de advertencia.

—¿Tienes licencia? – preguntó suspicaz mientras enarcaba una ceja.

—¿Eh? – dije distraída – Oh, sí – mentí.

Él me miró y se rió burlón.

—Mentirosa.

—Bueno, está bien, puede que no tenga papeles, pero Erick me ha dicho que soy excelente conduciendo – ataqué.

—¿Erick? – gruñó – ¿Erick te ha prestado su auto?

—Sí, y no ha habido quejas – volví a mentir con una sonrisa pícara y la frente en alto.

Sabía que él se sentía superior a Erick, con absolutamente todo.

Así que no sería difícil convencerlo de que me deje conducir, si le decía que Erick lo había hecho también.

—Bien, puedes conducir – cedió y sonreí.

Levanté mi mano derecha en jarra y lo miré desafiante.

Ni yo podía creerme que me iba a dejar conducir su auto de alta gama.

Yo no tenía licencia, pero había aprendido a conducir a los dieciséis en Quito, junto a un amigo.

—¿Quieres las llaves? – preguntó pícaro y lo miré como si fuera lo más obvio – Pues gánatelas.

¿Quieres jugar Vélez?

—¿Qué tengo que hacer para ganármelas? – pregunté mientras tocaba su pecho y suspiraba.

—Bueno... Quizás podrías hacerme un... – lo interrumpí.

—¡No seas pervertido, Christopher! – casi le gruñí, pero un amago de sonrisa divertida se plantó en mi rostro.

—Solo bromeo – levantó las manos haciéndose el inocente.

—Ya... Dame las llaves.

—Dije que debes ganártelas – reiteró ansioso.

—Bien.

Piensa rápido, piensa rápido.

¡Lo tengo!

Me acerqué a su boca y suspiré. Pasé mis brazos por detrás de su cuello, y acerqué mis labios a su mejilla.

{Narra Christopher}

¿Cómo es que de un momento a otro la tenía en mis brazos? ¡Había cedido! Al fin podía tenerla tan cerca y sin preocupaciones.

Me había pedido que me escape con ella, y yo había aceptado incluso antes de haberlo sabido.

Tenía a la mujer que amaba intentando ganarse mis llaves, besuquedándome todo el cuello con picardía.

Ya no aguantaba más, si seguía así conseguiría que mi pantalón estallara.

La tomé del mentón, y capturé sus labios entre los míos.

Se sentía bien, tan dulce.

Me complementaba, la deseaba, la amaba, no sabía como vivir sin ella.

—Ya te las gas ganado – me rendí.

{Narras }

—Genial – sonreí.

Pan comido.

Me dirigí al auto, y una vez dentro de él, Christopher se subió al lado del copiloto.

Al instante noté lo nervioso y tenso que estaba.

—¿Tienes seguro? – pregunté en broma.

Él me miró casi sarcástico.

—Sí, si tengo. Pero más te vale que no le pase nada al auto o si no... – me advirtió pervertido.

—¿O si no qué? – pregunté desafiante.

Se abalanzó sobre mí, y comenzó a besuquearme.

Sorprendentemente lo aparté.

—Más decencia, Christopher – él se rió.

Emprendí el viaje.

Ya tenía una clara idea de a donde quería ir.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora