Capítulo 67

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{Narras }

—Despierta bebé – sentí suaves caricias sobre mi cadera y me removí inquieta – Vamos dulzura – la suavidad de su voz solo me causaba más sueño y comodidad.

Abrí un solo ojo y volví a cerrarlo en una centésima de segundo.

Percibí la sonrisa de Christopher en mi hombro.

—Sé que estás despierta – acarició mi cintura – ¿Prefieres cosquillas?

Preguntó y un segundo después me encontré a mí misma riéndome hasta casi llorar debajo de él.

—¡Para! ¡Para por favor! – supliqué riéndome.

—¿Ya estás despierta? – preguntó aún haciéndome cosquillas.

—Si, si. Lo estoy, lo juro – dije entre carcajadas casi ahogada.

Se detuvo y me miró fijamente.

—Pues... ¡Buenos días! – me dio un casto beso en los labios.

—Vaya forma de despertarme – me quejé mientras él me estrechaba contra su pecho.

—Lo intenté por las buenas – me recordó.

—¿Que hora es? – pregunté sentándome en la cama.

—Las nueve.

—¿¡Las nueve!? – dije atónita – ¿¡Qué clase de demente se despierta antes de las doce del mediodía un fin de semana!?

Volví a taparme con la colcha y escondí mi cabeza debajo de la almohada.

—Vamos dormilona – dijo Christopher abrazándome por encima de las sábanas – Tengo planes.

—¿Planes? – pregunté capciosa.

—No esa clase de planes, eso lo dejaremos para la noche – se rió – ¿Alguna vez has jugado... – hizo un espacio suspensivo y me estremecí excitada – ...Paintball?

¿¡Qué!? ¿Quería jugar a dispararme balas de pintura? Oh Dios, él es un rarito, ¿Por qué pensé que sería un fin de semana sexual?

Me destapé e hice una mueca.

—Nunca he jugado y tampoco quiero hacerlo – dije atrayéndolo a mi, demostrando mis otras alocadas y necesarias intenciones.

—Será divertido, Sofía y Johann nos han invitado.

—¿Ya das por hecho que iremos? – pregunté desesperada – ¡Oh diablos! – me quejé – Tengo una idea, ¿Y si vas tú solo?

Él rió y me tomó en brazos.

—Nada de eso.

—¿Así planeas nuestra primera salida en pareja? ¡Genial! – dije sarcástica cuando me dejó en la puerta del baño.

—Iré a preparar el desayuno, tú te bañas, y bajas, ¿Sí?

—Sí, señor – dije firme y ácida.

Él carcajeó y me besó en la frente.

—Te adoro preciosa.

—¿Cuando adoras a alguien le disparas con balas de pintura? Lo que es el amor moderno – reí.

—Prometo que la noche será estupenda – besó mis labios y lo abracé por los hombros – Para ambos.


Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora