Capítulo 58

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{Narras }

—Christopher, ¡Apúrate! – grité desde el porche intentando mantener la calma.

Ya iba quince minutos tarde.

Bien, no podía culpar a nadie más que a mi misma.

Había cedido a las pervertidas intenciones de Christopher, las cuales me habían costado una hora más en la cama.

—Ya, no te alteres – dijo Christopher a la defensiva mientras salía de la casa.

Lo fulminé con la mirada.

Nos subimos con rapidez a su auto.

—No digas que no lo disfrutaste – me provocó él, pícaramente.

Diablos que lo había disfrutado.

—Ese no es el punto.

Quería reírme, sonreír y gritar de felicidad.

Me sentía llena de dicha, realmente feliz.

De todas maneras, si dejaba que Christopher me convenza de cada uno de sus caprichos, terminaría dominando mis tiempos, y a mí misma. Y eso no es lo que quería, ¿O sí?

—Te ves bonita enfadada – dijo con voz tierna.

—No estoy enfadada.

Era verdad, no lo estaba. Solo mantenía mi rol de "chica fría" para hacerle saber que esto no podía volver a ocurrir. 

—Vamos, _____, no me trates así.

Estacionó en el aparcamiento del edificio donde quedaba mi clase.

Me miró, y sentí que volvía a derretirme.

Se abalanzó sobre mi y comenzó a besarme.

Demonios, que bien sabía esa boca.

—¿Qué tal si dejo la universidad, nos escapamos a Las Vegas y tenemos trescientos hijos? – dije en broma mientras él besuqueaba mi mandíbula.

Rió y a acarició mi cabello.

—Definitivamente no a lo primero. Alguna vez a lo segundo. Y "oh si" a lo último – respondió animado.

—¿Trescientos hijos?

—Si eso implica follar unas cuantas veces yo me apunto – rió y golpeé su hombro.

—El día que dejes de ser tan pervertido... – comencé pero me interrumpió.

—Será el día en que dejes de amarme – rió y volvió a besarme, pero yo estaba helada.

¿Amarme? ¿Amarlo? ¿Acaso...?

Solté sus labios a puras penas, volví a mi asiento y abrí la puerta.

—Nos vemos más tarde cariño – dije totalmente cortante mientras salía casi corriendo de allí.

Tenía el corazón en el puño.

¿En algún momento había dicho yo que lo amaba?

Bueno... Si lo amaba, pero se suponía que era mi pequeño secreto.

¿Tan obvia era?

¿Estaría hablando dormida?

¿Me habría hipnotizado para confesar secretos?

¿Me emborraché y comencé a decir estupideces?

Estas y diez mil dudas más comenzaron a aparecer como repetidos flashes en mi cabeza.

Llegué a mi clase, nerviosa y agitada.

El profesor ya había comenzado a explicar y se lo notó un tanto furioso cuando interrumpí la clase.

—Lo siento – murmuré con la vista baja y bastante apenada.

—Pase señorita Rodríguez – dijo él con frialdad.

Me senté en el pupitre al lado de Erick.

—¿Qué ha pasado? Estás pálida – preguntó el trigueño al instante en el que el profesor quitó su mirada de mí.

—Luego te cuento – respondí en voz baja.

Bien, el resto de la clase me la pasé intentando inútilmente prestar atención.

¿Cómo diablos podía haberse dado cuenta de que lo amaba?

Oh no, diablos, ¡Quedaba como una maldita idiota!

Cuando terminó la clase, guardé mis libros con agilidad, sin haber copiado absolutamente nada, y menos haber escuchado.

Me dirigí a través del pasillo, olvidando a mi mejor amigo detrás de mí.

—_____, ¿Qué diablos pasa? – reiteró Erick casi gruñendo.

Lo tomé de la mano y comencé a correr hasta la salida.

Él me siguió en un estado de completa confusión.

Una vez fuera, lo dirigí hasta su auto.

Entré sin preguntar.

—Condúce rápido – le ordené mientras tecleaba en mi celular.

"Bebé, me iré con Erick a la cafetería, no hace falta que pases por . Nos vemos allí". Mensajeé a Christopher.

"¿Tengo que quedarme tranquilo?... Estoy algo celoso... Nos vemos allí linda". Respondió casi al instante.

—¿Bien? – preguntó Erick con impaciencia.

—Christopher cree que lo amo – dije en un hilo de voz y él me miró con los ojos bien abiertos – ¡Ah! Y me olvidaba, en realidad lo amo.


Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora