Capítulo 147

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{Narras }

Dejé el bolso y abrigo sobre el perchero en la entrada, y caminé sigilosa por el oscuro pasillo.

Las luces de la casa estaban apagadas, ¿Habrá Joel llegado a casa?

Mis dudas se desvanecieron cuando al llegar al living ví sus maletas.

Entonces sí estaba allí.

Con un terrible nudo en la garganta, y mi estómago revolviéndose, recorrí toda la planta baja buscando alguna señal de Joel.

Cero.

Me quité los tacones y los dejé al lado de la escalera. Tenía los pies adoloridos.

Cuando llegué al primer piso, me dirigí directamente al cuarto.

Presentía que Joel se encontraba en él. Y no me equivocaba, oí su voz a través de la pared antes de llegar, y por alguna extraña razón, me detuve en seco.

—Tu puto plan no ha servido de nada – dijo una voz femenina – Me la debes, Joel. ¿Por qué tú si has conseguido lo que querías y yo no? Me has usado, bastardo.

Fruncí el ceño intentando descifrar esa voz. Me resultaba molestamente familiar.

—Ni siquiera a mí me ha servido, _____ sigue enamorada de él, y él de ella. No puedo hacer nada contra ello – escuché que decía Joel y mi corazón se detuvo.

¡Andrea! ¡Joel estaba hablando con Andrea!

Hecha una furia abrí la puerta del dormitorio con fuerza, haciendo que golpee contra la pared.

Observé, con pánico, la escena.

Joel estaba sentado sobre la cama en boxers y Andrea estaba arreglándose el vestido.

—¡_____! – exclamó Joel nervioso y buscó con la mirada sus pantalones.

Los tomó y se los puso con rapidez.

Andrea me miró ocultando una sonrisa.

Antes de que Joel hablara lo interrumpí.

—No me digas que no es lo que parece – le advertí.

—No me acosté con ella, te lo juro – dijo, desesperado, al borde de las lágrimas y me sentí tonta.

—El idiota no es lo suficientemente valiente para "engañarte" – dijo Andrea con suficiencia acomodándose el cabello – Aunque ya lo ha hecho.

Fruncí el ceño y bajé las escaleras corriendo. ¿Qué diablos hacían juntos? ¿A qué se refería Andrea con lo de que Joel ya me había engañado?

Entonces lo recordé "Tu puto plan no ha servido de nada".

Ellos habían confabulado un plan.

Con tristeza, enojo y confusión decidí que esta vez no iba a escaparme.

Aguardé en la sala.

Escuché como Joel maldecía y bajaba la escalera a pisotadas rápidas.

Sus pasos se oían por el pasillo cuando se detuvo en seco en la entrada de la sala.

Arqueé una ceja cuando Andrea se asomó detrás de él, pasando sus manos por su cintura.

Con dolor en los ojos, lo observé.

Él me devolvió la mirada, y se apartó de la pelirroja con brusquedad.

—Supongo que tú y Andrea han hecho ese patético plan hace tiempo, ¿Verdad? – aventuré mirándolos a ambos.

Si la estúpida de Andrea hubiese tenido intenciones de escaparse de mi interrogatorio, probablemente mi mirada asesina hubiera sido lo que la hizo quedarse plantada en su lugar.

Joel hizo una mueca de angustia.

—Joel, dime la verdad – le pedí frunciendo los labios en una línea recta.

Él me miró y luego suspiró resignado.

—El día del cumpleaños de Christopher – solo dijo él.

El día que Andrea había besado a Christopher. Entonces era verdad, Christopher me había dicho lo cierto.

—¿Por qué? – pregunté con voz ahogada – ¿Por qué intentaron separarme de él? – exclamé enojada.

Ahora lo entendía todo, todas aquellas llamadas y mensajes en medio de la noche que recibía Joel. Era Andrea. Intentando cobrarse su parte del plan.

—Te amaba _____ – murmuró él – Te amo. Christopher no era para ti, y tampoco lo es. Él siempre será un mujeriego.

Fruncí el ceño.

—Y sin embargo tú eres el que se encuentra semidesnudo junto a Andrea – le recordé enojada – ¿Toda la escena del beso ha sido parte de su plan, no es cierto? Y que te aparezcas casualmente en Estados Unidos, también – apreté la mandíbula – Todo ha sido una mentira.

Él me miró con dolor, y yo solo negué con la cabeza.

Andrea dio un paso dentro de la habitación y la observé, fulminante.

—No es que quiera defender a Joel, pero seguro tú ya te has acostado con Christopher, solo eres una perra – dijo la pelirroja con una carcajada amarga – Y él tiene razón, Christopher siempre será un mujeriego, necesita a una mujer sin compromisos. Como yo.

—En otras palabras, una zorra – dije yo con naturalidad.

Ella me miró con fiereza.

—Si así quieres llamarle, pues a mi no me importa. Eres solo una niña, él necesita a una mujer. Y Joel, tu también deberías dejarla, no vale nada. Te ha engañado con Christopher, y apuesto a que ni le importa.

Y como lo suponía, estallé.

Acorté la distancia que había entre ella y yo, y me abalancé sobre su cuerpo.

—¿¡Por qué diablos no desapareces, maldita perra!? – le grité mientras forcejeaba con sus brazos que intentaban aplacarme.

¡Ella! ¡Había sido la maldita razón de todo!

Sentí unos brazos tomarme por la cintura, e intenté apartarlos mientras Andrea me observaba con miedo desde el suelo.

—¡Puta zorra! ¡Vete de mi casa o te asesinaré! – le gruñí intentando que Joel me soltara.

Ella se acomodó el vestido nuevamente, y salió corriendo de allí.

Oí el portazo y me quedé inmóvil pensando si tendría que correr por toda la acera hasta asesinarla.

Luego de unos minutos sin moverme, me relajé.

Me aparté de Joel suspirando pesadamente.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora