{Narras Tú}
Los días transcurrían increíblemente rápidos. Las cosas no cambiaban, ni empeoraban con respecto a mi mejor amiga. Simplemente no sabía más de lo que Erick me había dicho.
Hacía un día que me había mudado a un complejo de departamentos cerca del parque, pese a miles de veces que Karen me había dicho que podía quedarme en su casa.
Ese no era mi estilo. Siempre había sido demasiado independiente.
Me pregunté como estaría mi padre, hacía bastante que no lo veía. ¿Dónde estaría quedándose? ¿O con quién? De todos modos, ese ya no era mi asunto. Que se haya comportado bien aquella última vez que nos vimos, no arreglaba el desastre de la relación que él había provocado los años anteriores.
Acomodé algunos otros adornos en los estantes en mi cuarto. Había mandado a buscar algunas cosas que había dejado en mi apartamento en California.
Joel me llamaba todos los días. Solo veinte días nos separaban.
Mientras ponía algunos retratos sobre el estante, un destello dorado en el fondo de la caja, captó mi atención.
Revolví un par de cosas dentro de ella, hasta que lo encontré.
Un anillo. Mejor dicho, "el anillo".
Obsequio de Christopher para mi cumpleaños diecinueve.
Una fina alianza de oro, en el interior decía "Jet'aime, princesse" en letras muy pequeñas.
Esos días en los que Christopher había estado lejos de mí, él viajó a París. Entre tantos regalos que me trajo de allá, vino consigo aquel anillo.
Él me dijo que simbolizaba lo que yo valía para él. "Más que el oro", me dijo aquella vez a lo que yo respondí con una sonrisa divertida. "Te amo más que a cualquier otra cosa".
Una lágrima rodó por mi mejilla.
Tanto tiempo y mis sentimientos aún no habían cambiado. En alguna escondida parte de mi corazón, sabía que él había sido mi primer y único amor. Y eso nunca cambiaría.
Mis heridas parecían estar sanadas junto a Joel. Él me divertía y enloquecía. Pero no como Christopher. Él simplemente no era él. No era lo que yo profundamente deseaba ver cada mañana a mi lado.
Reprimí todos esos pensamientos.
¿Es que el tiempo no puede curar las malditas heridas?
Coloqué el anillo en el último cajón de mi tocador, en una latita morada donde guardaba objetos importantes. Como la pulsera que había heredado de mi madre. Nunca la usaba. Por el simple hecho de tener miedo a perderlo.
{Narra Christopher}
—¿Dónde está ella ahora? – le pregunté a través del celular.
—Te enviaré la dirección en un mensaje – me avisó – Christopher, sé que es tarde para arrepentirse, pero este plan se nos ha ido de las manos. Si vuelves a su vida, la lastimarás – me advirtió ella.
—No puedo vivir sin ella – le dije mientras miraba furtivamente las maletas que salían en la cinta del aeropuerto.
—¿Y qué harás con Sara? – preguntó acusadora.
—No lo sé – admití dubitativo.
—Ya no importa – dijo resignada – He luchado demasiado por ambos. Esto es lo último que hago por ti, Christopher. Sé que _____ te quiere, pero la las lastimado demasiado. Será increíblemente difícil si tienes el plan de recuperarla o algo por el estilo. Y por favor, ni se te ocurra decirlo alguna vez. No quisiera que llegue a oídos de Richard.
—No te preocupes, y muchísimas gracias por todo, Sofía.
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Enamorada de un Mujeriego | Christopher Vélez
Hayran Kurgu...y entonces descubrió que sin amor, todos los besos saben a lo mismo...