Capítulo 112

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{Narras }

Me paré en el marco de la puerta de la cocina, observando a Joel sentado y con una laptop en la mesa. Parecía bastante concentrado.

—¿Estoy bien? – le pregunté, entrando al comedor. Él alzó la vista y luego arqueó una ceja.

—Estás perfecta, encanto – me alagó y alzó una mano haciéndome una seña para que me acercara. Me sentó sobre su regazo y acarició mi brazo – De hecho, quizás te secuestre y tengas que faltar a la fiesta de Zabdi – murmuró en mi oído con un matiz de sensualidad que podría dejar a cualquier mujer rendida a sus pies.

—Tengo que ir – dije en voz baja y una sonrisa – Pero prometo que no llegaré tarde – entrecerró los ojos y luego sonrió.

Desvié la mirada incómoda, intentando buscar las palabras exactas para preguntarle aquella duda que me devoraba las neuronas.

—Dímelo – adivinó Joel.

—¿Cómo sabes que tengo que decirte algo? – dije con asombro.

—Estás tensa, y no me miras a los ojos. Eso haces cuando algo te incomoda – me sonrojé y no pude evitar sonreír.

Me conocía demasiado.

—Bien – suspiré nerviosa – Ayer por la madrugada, cuando entraste a bañarte – hice una pausa y él me miró esperando a que continuase – Promete que no te enfadarás – le pedí.

—¿Tan grave es? – dijo divertido.

—Solo promételo – insistí.

—Bien, lo prometo – aceptó mientras envolvía mi cintura con su brazo.

—Como decía, cuando entraste a bañarte – proseguí – Llegó un mensaje a tu celular, y lo leí – dije observando su rostro – Aquel de que tenías una deuda, o algo así. Y sin remitente.

Joel me miró fijamente, no parecía enojado, así que eso me relajó.

—¿Este? – tomó su celular y abrió el mismo mensaje de la noche anterior, yo asentí nerviosa, y él me miró con una sonrisa.

—Déjame ver si lo entendí, ayer llegó un mensaje a mi celular mientras yo me duchaba, lo leíste, ¿Y ahora estás preocupada porque un psicópata asesino quiera saldar cuentas conmigo? – preguntó divertido.

—Básicamente sí – respondí sintiéndome patética ante lo relajado que sonaba mi novio. Entonces, sí me había hecho toda una película.

—Cariño, primero y principal, el mensaje es de Edwin, aquel tipo que te presenté hace unos meses en la fiesta de la empresa – me dijo con paciencia – No sé si recuerdas que toda la noche estuvo hablando de que yo le debía una partida de billar en la que gané, y no quise darle revancha – reí ante la explicación. Aquel tipo parecía bastante resentido porque Joel se había llevado todo el dinero en una apuesta mientras jugaban billar – Y segundo, no tiene remitente, porque hace poco se me ha borrado la maldita memoria de mi teléfono y he perdido todos los números – me aclaró y fue allí cuando suspiré de alivio.

Él rió ante mi expresión y me abrazó. ¿Por qué siempre tenía que hacerme tanto problema por todo? Diablos, en otra vida probablemente habría sido actriz dramática o algo por el estilo. Exagerar era un verbo totalmente adherido a mí.

—Lamento haber violado tu privacidad – me disculpé con calor en las mejillas – Es que... No lo sé... Me dio curiosidad, además de que eran las dos de la madrugada – agregué.

—Estás perdonada, y no te preocupes si lees mensajes a cualquier hora en el transcurso del día. En realidad empiezo a pensar que Edwin si es un psicópata – ambos reímos – Además, la única cosa que quiero que violes de mí es...

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora