Capítulo 92

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{Narras }

Un año y nueve meses más tarde...

—Felicidades señorita Rodríguez, ha conseguido su licenciatura en Filosofía. Me enorgullece entregarle un diploma a una alumna que ha hecho una carrera de cinco años, en sólo dos. Es realmente honorable – me anunció en director Simón Simons, desde su cómodo asiento, detrás del escritorio – Es realmente una pena que no quiera recibirlo como se debe, en la ceremonia de graduación.

—Lo sé, pero en un par de días, saldré del país, y no podré asistir a la misma.

—De todos modos, quiero felicitarla de parte mía, y de todos los profesores de la Universidad de California.

—Gracias, ha sido para mi un placer estudiar aquí – sonreí lo más convincente posible mientras estudiaba con interés el grueso papel en mis manos que certificaba que yo era, ahora, licenciada en Filosofía.

—Supongo que eso es todo. La felicito, y tenga un buen viaje – dijo el canoso director estrechando mi mano.

Casi dos años habían pasado desde mi huída de Loja. Desde el momento en que mis pies pisaron Estados Unidos, había decidido dedicar la mayor parte de mi tiempo al estudio.

Fue realmente difícil el papeleo por el asunto del dinero de la herencia de mi abuela. Pero finalmente había logrado abrir una cuenta, y transferirlo definitivamente allí.

Salí de la gigantesca y elegante oficina dirigiéndome a través de los pasillos hacia la salida.

Luego de dos años totalmente agotadores, todo mi esfuerzo había dado sus frutos. Ignorando los consejos de los profesores, había tomado todas las materias juntas, y pasado el triple de tiempo estudiando del que pasa un alumno regular.

—¿Cómo te ha ido, cariño? – preguntó el castaño acercándose a mí cuando llegué al estacionamiento.

—Saluda a _____ Rodríguez, licenciada en Filosofía – le sonreí.

Él me miró sorprendido y luego me tomó en brazos mientras estampaba un dulce beso en mis labios.

—Sabía que lo harías. Estoy muy orgulloso de ti, bebé – dijo y me estrechó contra él.

—Gracias – suspiré con otra sonrisa – Ahora debo ir a preparar las maletas. Tengo que reencontrarme con una mejor amiga muy furiosa. Y un mejor amigo demasiado emocionado – ambos reímos.

La última vez que había visto a Sofía y Erick había sido seis meses atrás, en una de las oportunidades que viajaron a California para poder visitarme.

Aún recordaba mi último día en Ecuador. Sofi se había enterado a último momento de mi plan, y estaba demasiado enojada para hablarme. En cambio, Erick, estaba feliz porque mi decisión equivalía a despejarme un poco y enfocarme en los estudios, pero por más que se mostrara de acuerdo conmigo, podía notar algo de tristeza en mi despedida en el aeropuerto.

Mi vida había dado un giro completo al llegar aquí. El estudio se había convertido en mi vida, eran escasos los fines de semana que no los pasaba encerrada en mi habitación con una taza de café y decenas de libros esparcidos por el suelo.

En cuanto a mí, yo seguía siendo la misma de siempre, pero ahora con un título.

Sorprendentemente, en mi quinto mes en California, me había llevado una gran sorpresa al encontrarme con un viejo amigo en un bar.

Flashback

—¿Tú? – pregunté abriendo los ojos como platos y él asintió con una sonrisa – ¡Joel! ¡Que gusto verte! – grité abrazándolo.

—¿Cómo has estado, linda?

—Pues, genial. Pero ven aquí, cuéntame. ¿Qué haces en Estados Unidos?

—He decidido mudarme. Tengo algunos familiares aquí, y ahora trabajo en la empresa de un tío con dinero. Eso es todo, supongo, ¿Cómo te ha ido a ti?

Flashback

Y eso simplemente había sido todo. El origen de una nueva relación. Lo que yo creía, sería el fin de mis demonios interiores, de mi tormento pasional.

Caminé con Joel de la mano, quien hace cuantos meses me había "declarado" su amor por mí. Sé que no es muy decente salir con el primo de tu ex, pero tampoco había habido mucha decencia en nuestra relación. Y al fin y al cabo, nosotros ya no éramos nada. Y al parecer, Joel también había cortado vínculos con él.

No tenía noticias de Christopher, y no voy a negarlo, de vez en cuando, en alguna que otra llamada a Erick, le hacía preguntas indirectas acerca del castaño, pero luego de unos cuantos meses, me dí por vencida cuando él simplemente respondió "Nadie sabe nada de él".

—¿Cómo podemos festejar tu título? – susurró Joel en mi oído. Mordí mi labio.

—¿Qué tal si me llevas a cenar? _ pregunté con su mismo tono y él arqueó una ceja – ¿Creíste que iba a pedir otra cosa? ¿Decepcionado? – dije riéndome.

—Para nada. Ese es el regalo que tú quieres, y por eso yo te lo daré – aclaró.

—¿Acaso piensas darme algo más? – le cuestioné mientras perfilaba con los dedos el borde de la solapa de su camiseta.

—Descúbrelo esta noche – sonrió dándome un corto y fugaz beso.

Llegamos a su departamento, y él fue directamente a bañarse.

Si bien yo tenía mi departamento, me pasaba la mayoría de las tardes con Joel. Él me hacía reír a cada momento, me cuidaba y sobre protegía. En pocas palabras, me trataba como una princesa. Nunca faltaban los ramos de flores todas las noches, ni los "Dulces sueños, muñeca" antes de dormir. En efecto, él era el tipo de hombre que cualquiera quiere.

Incluso podría decir que lo amaba, ¿Quién no lo amaría?

Pero sabía, que en algún profundo y oscuro rincón de mi corazón, seguía albergando a cierta persona, que ni la pérdida de memoria, ni cualquier galán platónico, podrían sacar de allí.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora