Capítulo 88

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{Narra Sofía}

Me destrozaba verla así.

Por más que _____ aparentara ser fuerte cada mañana, las noches eran su tortura.

Escuchaba sus sollozos desde mi cuarto, y las escasas y afortunadas veces en las que la pobre lograba conciliar el sueño, se levantaba a mitad de la noche entre pesadillas, ya sea llorando o gritando.

Con Johann intentábamos animarla, pero ella fingía que no había pasado nada, como si quisiera reservarse su dolor para cuando estuviera sola, como si quisiera ocultar ese vacío y roto corazón que Christopher había dejado luego de la fiesta.

{Narras }

—¿Cómo te va? – me preguntó Erick en clase de literatura.

Lo miré con ironía.

—Lo siento, ha sido una pregunta estúpida – me dijo apenado.

—¿Cómo te va a ti? – le dije con la voz seca.

Esas eran probablemente las primeras palabras que pronunciaba luego de aquella noche.

—En buenos términos, supongo – hizo una mueca – ¿Quieres salir a algún lado hoy? Es fin de semana, ¿Qué dices?

—No, gracias – dí una inmediata negativa.

—Vamos, monstruito. ¿Dónde ha quedado la chica que conocí en el instituto? – dijo intentando animarme – Si vas a responderme que no al menos dime alguna de tus típicas frases sarcásticas.

Sonreí débilmente. Esa era mi antigua yo.

—Me alegra ver al menos el indicio de tus dientes – murmuró y solté una carcajada demasiado breve como para necesitar disimularla.

Los días pasaban, y todo el mundo me trataba como una maldita discapacitada. "¿Quieres que te traiga algo?", "Falta a clases hoy, pediré las tareas por ti", "Preparé la cena, en un minuto la subo a tu cuarto".

No es que no estuviera agradecida del apoyo de mis amigos, pero empezaba a molestarme que se tomen el asunto tan a pecho.

Con respecto a Christopher, no había vuelto a verlo desde aquella noche. Había jurado que se había ido de la universidad, si no fuera por los constantes murmullos de las chicas en los pasillos, acerca de como el castaño volvía a estar soltero y cual sería su "afortunada" nueva conquista.

Había tomado ciertas decisiones luego de largas noches sin pegar un ojo.

—Salgamos esta noche – le propuse a Erick cuando almorzábamos en el campus.

—¿Es en serio? – preguntó él sorprendido.

—Si sigues hablando harás que me arrepienta – le advertí y él rió.

—Bien, ¿A dónde quieres ir?

Fruncí el ceño pensativa.

—No lo sé – admití.

—Ya sé. Esta noche Jennifer hará una fiesta en la casa de sus padres. ¿Quieres ir?

—Si voy para ir a verlos acaramelados toda la noche prefiero quedarme en casa.

Él carcajeó.

—Tú eres la menos indicada para hablar de eso.

Lo miré herida y al instante supe que se había arrepentido de haberlo dicho.

—Lo siento, _____ – se disculpó.

Negué con la cabeza.

—¿A qué hora es la fiesta?

—A las ocho, ¿Paso por ti? – preguntó aliviado de que haya cambiado de tema.

—¿Quieres que vaya caminando? – dije sarcástica.

—Ponte linda, monstruo – concluyó él besando mi mejilla.

¿Para qué demonios había aceptado? ¡Diablos! Había pasado por alto que quizás Christopher estuviera allí.

Un momento, ¿Por qué sigo pensando en él? ¿Qué demonios tiene que incumbirme donde Christopher esté o no esté? Él ya no es asunto mío. Él ya no es parte de mi vida.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora