Capítulo 83

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{Narras }

Un día.

Al fin podría relajarme al menos un poco. Las cosas parecían estar queriendo salir bien.

El asunto de la música estaba arreglado por parte de Zabdiel. Y algunos otros shows que habíamos arreglado Yenny, Sofía y yo.

El delivery listo y ordenado gracias a Johann.

Las confirmaciones de las invitaciones estaban casi todas.

Y finalmente hoy iría por el segundo regalo.

Luego de mis clases, salí junto a Erick.

Nos dirigimos a una de las tiendas de música más completa y genérica de Loja. Gracias al cielo, no quedaba muy lejos del pueblo.

Al entrar, el sonido de la campanilla anunció mi llegada.

Me dirigí inmediatamente al mostrador y esperé a que el vendedor terminara su llamada telefónica.

Mientras tanto me dediqué, maravillándome, a observar la gigantesca tienda, cada pared cubierta por miles de CD's de distintos géneros y artistas.

Esto definitivamente era el paraíso de la música.

—Dime – dijo el vendedor de cabello rubio al finalizar su llamada.

—¿Sin Bandera? – arqueé una ceja y él sonrió triunfante.

(...)

—Lo he conseguido – anuncié a Sofía y Johann cuando llegué a la casa.

—Es perfecto, estoy seguro que le encantará – dijo Johann mirando la reluciente portada.

—¿Yenny ya te ha enviado el vídeo? – preguntó Sofi.

—No lo sé, dijo que lo enviaría aquí, déjame que revise el correo.

Volví a salir de la casa y fui hasta el buzón de correo.

Tanteé entre cartas, y en efecto, allí estaba.

Yenny había recopilado unas cuantas fotos de Christopher desde niño hasta mayor, y las había organizado cronológicamente en un vídeo. El cual pasaríamos durante esa misma noche.

Demonios, con todo el asunto de la fiesta se me había olvidado. ¿¡Qué demonios vestiré!?

—¡Sofía! – grité mientras corría por el pasillo.

—¿Qué? ¿Qué sucede? – preguntó ella alarmada.

—Olvidé la ropa que me pondré – sentencié y ella se puso pálida.

Johann entró y nos miró a ambas estáticas y sin decir nada.

—¿Sucede algo? – cuestionó mientras mordisqueaba una manzana.

—¡El vestido! – gritamos ambas corriendo directo al auto.

—Mujeres – se quejó él a nuestras espaldas.

A seis horas.

—Ven aquí – dijo Christopher acercándome a él.

Plantó un beso apasionado y necesitado en mis labios.

Guié mis brazos por detrás de su cuello y lo acerqué a mí, sintiendo como mi alocado corazón latía desbocado. ¿Cómo era posible que solo horas sin su compañía me pusieran tan sedienta de él?

Apretó sus brazos entorno a mi cintura y deslizó sus labios desde mi mandíbula hasta mi oreja.

—¿Vamos al cuarto? – sonaba más a una afirmación que a pregunta.

—¿Qué tal si vamos a cenar? – pregunté naturalmente dándole inicio al plan.

—Uhm... – dijo indeciso pero con una sonrisa pícara.

—Vamos, tómalo como una cena de cumpleaños – le dije y él sonrió – Nos vestiremos elegantes, cenaremos en un restaurante caro. Luego volveremos y ya sabes el resto – su expresión derivó a entusiasmo – Ve a ducharte.

Él levantó su mano e hizo uno de esos extraños saludos de militares.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora