Capítulo 42

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{Narras }

—Bien, ¿Nos vamos? – pregunté luego de que la rubia se fuera.

—¿Tan rápido? Recién acabo de llegar – dijo Christopher.

Sofi me miró suspicaz y yo le lancé una mirada de "te lo contaré luego".

—Llegaremos tarde a inglés.

—Aún faltan veinte minutos – Christopher frunció el ceño – ¿No quieres estar conmigo?

"¿No quieres estar conmigo?". Habían tantas versiones de mi respuesta a esa cuestión.

"Si", "no", "tal vez", "he a prendido", "ven aquí", "fóllame".

—Se nos hace tarde – volví a repetir evitando su pregunta.

—Si _____, yo me voy marchando que tengo clase de literatura – anunció Sofi – ¿La puedes llevar? – le preguntó a Christopher y la miré enojada.

—Llego tarde y aún él no se va de aquí, llévame tú – casi le rogué a Sofía y negó con la cabeza.

—Es muy temprano, ¿Justamente ahora te ha dado por llegar temprano? – preguntó sorprendida pero con una sonrisa.

Y volvió a mirar a Christopher, que asintió rápidamente a su pregunta anterior.

—Nos vemos – besó mi mejilla y salió disparada de la cafetería a su convertible.

Suspiré resignada y me senté, apoyando mis codos sobre la mesa, y el rostro sobre mis manos.

—¿Qué sucede? – preguntó Christopher mientras bebía café.

Lo miré.

Diablos, que sensual se veía. Cada maldita cosa que hacía, lograba que se vea sexy. ¿Cómo carajo podía verse tan bien incluso con el ceño fruncido?

—Llegaré tarde.

Era mentira, ambos lo sabíamos.

—¿Sucede algo especial en la clase que quieres llegar temprano? – negué con la cabeza – ¿Entonces?

—Nada, Christopher, quiero llegar a mi clase, y punto – casi gruñí.

Él soltó una carcajada.

—Estás celosa.

Profundamente en mi interior sabía perfectamente que era cierto.

Ahora, ¿Admitirlo? ¡Jamás!

—Eres un idiota – quise sonar divertida pero sonó más a acusación.

—¿Por qué no lo aceptas de una vez? – preguntó entrecerrando los ojos mientras sonreía.

—Porque no lo estoy, simplemente intento ser puntual – volví a mentir evadiendo su mirada.

Él sonreía burlón.

En menos de un minuto, y para mi sorpresa, pidió la cuenta y nos dirigimos a su auto.

La fragancia masculina inundó mis sentidos.

El corto camino fue silencioso.

Cuando estaba a punto de abrir la puerta para bajarme, Christopher me habló.

—¿_____?

—¿Sí? – pregunté dándome vuelta.

¡Jesucristo! Sus labios estaban a centímetros de mi.

—¿Segura? – cuestionó y lo observé abrumada y confundida.

—¿De qué? – mierda, ¿¡Por qué estaba susurrando y al punto de derretirme!?

—¿No estás celosa, en serio? – dijo en voz baja con la misma sonrisa juguetona.

No le respondí.

Él se acercó lentamente y no sé en que momento llegó su mano a mi cintura.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora