Capítulo 120

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{Narras }

—Mañana tendré medio día libre, así que podríamos salir. ¿Qué te parece? – propuso Joel rodeándome con sus brazos.

—Bien – respondí con una breve sonrisa.

Él me miró expectante y cuando estuvo a punto de decir algo, mi celular sonó.

—¿Papá?

—Cariño, estoy en un autobús camino a Loja – me avisó en voz baja.

Probablemente todo el mundo estaría durmiendo allí dentro.

—Genial, ¿Dónde te espero y a qué hora llegas?

—Mañana por la mañana, junto al teatro que está frente al parque, ¿Te ubicas?

—Sí, ya sé donde es. Estaré allí, ¿Hora exacta? – pregunté anotando en mi agenda.

—Alrededor de las once.

—Excelente, nos vemos entonces – me despedí rápidamente.

—Muero por verte. Nos vemos mañana cariño. Que descanses. Te amo – dijo él.

—Y yo a ti – sonreí y luego corté la comunicación.

Arranqué el papel de mi agenda y lo dejé pegado junto a un imán, en el refrigerador.

—¿Cambio de planes? – adivinó Joel.

—Lo siento, mañana llega mi padre – dije apenada y él solo sonrió.

—No hay problema, pero me debes recompensar – murmuró acercándose y acorralándome contra la mesada.

—¿Ah sí? ¿Alguna idea? – pregunté con una sonrisa y mordiéndome el labio.

Extrañaba bastante tenerlo así de cerca. Hacía un mes que ni siquiera me decía sus típicas frases pervertidas.

Él me observó.

—¿Un masaje de pies? – bromeó y arqueé una ceja. Él rió – Ven aquí – me atrajo a su cuerpo y su aliento rozó mi mejilla con suavidad. Sus manos vagaron por mi cintura y luego acariciaron mi espalda por debajo de la blusa – Te amo – murmuró y mordió mi cuello provocándome soltar un gemido ahogado – ¿Me amas? – su lengua delineó delicadamente mi cuello.

Apoyé la cabeza en su hombro, arqueando un poco el cuello para darle mejor acceso a sus labios. Él dejó un camino de besos desde allí hasta mis pechos, donde, por encima de la ropa, siguió besándome.

Una oleada de placer y cosquillas me recorrió de pies a cabeza.

—Dime – dijo sobre mi oído.

—¿Qué? – musité confundida y perdida en su voz.

—¿Me amas? – repitió besando mi nariz.

Mordí mi labio.

"Solo dilo".

—Te amo – le dije, y otra vez, atormentándome, apareció la imagen de Christopher en mi cabeza.

Joel totalmente ajeno a mis pensamientos, sonrió.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora