Zarcronno #4

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Temor

Miguel cada vez se volvía mas loco en esa casa, habían pasado dos meses y no soportaba un minuto mas ahí. Las voces, las sombras, las personas que nadie mas veía, todo le estaba haciendo perder la cabeza. Mas de una vez en el ultimo mes había sufrido caídas, golpes, rasguños e incontables daños físicos causados por aquella sombra rara, pero mas allá de eso su carga era mental, aquellas voces le atormentaban día y noche, había tenido varias crisis de ansiedad a mitad de la noche, pero Juan siempre estaba ahí cuando pasaba eso para rescatarlo de aquellas cosas.

Ahora Miguel estaba en su cama, acababa de dormirse después de haber estado llorando, como la mayoría de las noches, se veía sereno por fin, Juan abrió la puerta del techo al escuchar la calma de la habitación de Miguel, se dejo caer con cuidado al mueble que estaba ahí encontrándose con ese chico tan lindo dormido. Sonrió un poco y miro al balcón.

—¿Por que a él? —Le cuestiono ala sombra que estaba ahí, tenia forma de mujer.

No obtuvo mas respuesta que un quejido de parte de Miguel, su respiración se fue agitando de a poco, se removía en la cama de forma brusca, como si intentara soltarse de algo. Juan corrió hasta la cama y lo abrazo pegando sus labios al oído de Miguel.

—Tranquilo, yo te cuido pequeño —Dio un leve beso en ese lugar —Despierta, anda —Pidió sobando el rostro de Miguel.

El chico abrió los ojos asustado se separo de Juan, temblaba levemente y en sus ojos había temor, al instante se llenaron de lagrimas, y dejo salir algunas.

—Eh, tranquilo, ven —Juan le abro los brazos, Miguel se acerco lento y dudoso, aun confundido —¿Quieres decirme que ha pasado? —Le susurro y el menor negó.

—P-prometeme que n-no te dañaran, a n-nadie... —Sollozo después de unos segundos.

Juan sabía que prometer aquello era estúpido, no podía parar a las sombras, no sabia como hacerlo, y una de ellas, podía sentir que estaba ahí para hacer daño. Pero si se trataba de la tranquilidad de Miguel, haría todo;

—No lo harán, lo prometo —Le dijo muy bajo cerrando sus ojos, Miguel se limpió las lágrimas de su mejilla descubierta —Duerme un poco más —Le dijo a Miguel.

El menor negó levemente, tanto con un sonido como con su cabeza, fuera se escuchaban los típicos ruidos de siempre.

—¿Por que no?—Le cuestionó Juan.

—Tengo miedo —Reconcio el castaño.

—No pasara nada, yo estoy aquí, cariño —Le dijo sobando sus mechones.

Miguel no respondió, se limito a quedarse así y pensar el aquel sueño, se había repetido tantas veces, escuchar los desgarradores gritos de dolor de sus hermanas, llamadolo una y otra vez, el sin poder moverse... Era horrible, la peor de las pesadillas.

[...]

—Crees... ¿Crees que papá vaya a dejarnos aquí mucho mas tiempo, Evy? —Le cuestiono Miguel a su hermana mayor que estaba leyendo tranquila.

—No lo sé, dijo que mientras se  arreglan las cosas estaríamos aquí —Dijo ella, Miguel la miro.

—¿Cuanto duran las personas para divorciarse? —Le cuestionó apresurado, ya quería irse de ahí.

—No lo se. ¿Por que lo preguntas? —Dijo la hermosa chica.

—Mamá y papá van a divorciarse, por eso estamos aquí... Escuche a papá decírselo a el tío Carlos —Contesto Miguel, viendo a las personas que solía ver a través de la ventana.

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