Zarcronno

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Universo alterno.

Era una mañana preciosa, los rayos del sol tocaban suavemente la vegetación y la tierra... Se escuchaba a los niños riendo y jugando entre ellos.

Jugaremos en el bosque, mientras que lobo no está. Por que si el lobo aparece a todos nos comerá. ¡Lobo!, ¡Lobo!, ¿Estás ahí? —Cantaban todos juntos mientras hacían una rueda y daban vueltas con sus manos unidas.

—¡Si, ya voy de salida! —Respondió al que le tocaba ser el lobo.

Jugaremos en el bosque, mientras que lobo no está. Por que si el lobo aparece a todos nos comerá. ¡Lobo!, ¡Lobo!, ¿Estás ahí? —Repitieron todo igual.

Ninguno se percataba de la mirada que los acechaba entre los árboles y arbustos cercanos, no había quien se los advirtiera estando en el bosque.

—¡Ya salí! —Respondió el niño.

Los niños, entre gritos y risas intentaban escaparse del "lobo". Uno en especial se adentró demasiado en el bosque y sin querer, por mirar hacia atrás, chocó con alguien.

—L-lo siento —Dijo amable mirando hacia arriba al joven frente a él.

El mayor le miró por unos segundos con desdén.

—¿No te han dicho que no debes adentrarte tanto en el bosque?—Le cuestionó, en realidad solo quería asustar un poco al niño.

—No... —Respondió el menor.

—Bueno... ¿Cuál es tu nombre, niño? —El mayor le miraba desde su altura y a Miguel le parecía mucha.

—Mi nombre es Miguel —Respondio amable.

—Bien, Miguel. Ya que no te lo han dicho te lo diré yo... —Pauso un poco y se puso de cuclillas para estar a la altura de Miguel —No deben adentrarse tanto en el bosque porque es peligroso, en el bosque hay criaturas crueles... Ese juego del lobo que devora a todos, aquí es real, los lobos no te dejarían de perseguir como ese niño, ellos no paran hasta que no despedazan cada parte de tu cuerpo y tú estas desangrandote lentamente mientras ves como eres su alimento del día. ¿Lo entiendes? —Dijo y pudo ver la expresión de horror en el menor.

—S-si —Asintió asustado.

—Bien, ahora ve con tus amigos y cuidado con los lobos reales —El joven se levanto y se perdió de la vista de Miguel.

El problema fue que el niño al dar vuelta se dio cuenta que había dos caminos para ir y no sabía por cual había venido. Dudó en cual tomar, a sus espaldas escuchó ramas quebrarse, un gruñido y de pronto sintió una dentellada que apenas logro rozar sus ropas, entonces corrió sin importarle que... Él no quería acabar como le dijo aquel joven, estaba aterrado en realidad y cuando vio hacia atrás pudo ver un lobo de buen tamaño cuyo color era gris, entonces se esforzó más por correr.

Sin saber como llego a la salida del bosque y una vez ahí corrió hasta su casa, fue a refugiarse en su madre y a contarle lo que había pasado antes.

[...]

—Muevete, me pone de los nervios estar aquí —Dijo Miguel a su compañero.

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