Zarter

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Aquí en mi alma

Pedro se levanto aquel día antes de que saliera el sol, como de costumbre el ultimo mes, miro a su lado y diviso una cabellera castaña con puntas teñidas, estaba durmiendo de espaldas a él. Sonrió levemente y se levanto dirigiéndose a la cocina, puso la cafetera a trabajar mientras el se acercaba a beber agua e iba a asearse un poco.

Cuando el café estuvo listo lo sirvió en dos tazas y agrego azúcar a ambas, una con poca pues Miguel no gustaba mucho del dulce. Salio al balcón que había en el apartamento, dejo la taza de su novio en la mesa mientras él de sentaba mirando al frente, conforme el sol salia su taza de café se vaciaba de a poco. Sintió entonces unas manos pasarle de los hombros hasta el final de los brazos, tan frías como siempre y tan cálidas a su parecer.

—Buenos días, amor —Le susurro al oído aquella voz que tanto le gustaba

—Buenos días, cielo —Le respondió con una sonrisa en los labios al sentir los labios de Miguel en su mejilla.

Después de unos momentos en aquel abrazo el chico que acababa de despertar se sentó al lado de Pedro y a pesar de que no toco la taza de café se quedo a su lado viendo el sol salir. Pedro fue el primero en levantarse, le dio una sonrisa a Miguel y se dirigió dentro de casa llevando consigo ambas tazas de café para llevarlas al fregadero. Se dirigió a su habitación y se vistió con pesadez.

Se quedó mirando un rato el espejo, sus ojeras habían crecido notablemente, se veía más delgado y se notaba un poco más débil que hace un tiempo, miro también el reflejo de Miguel entrando a la habitación y encendiendo una vela aromática la cual al instante siguiente de que el fuego bailo sobre el pabilo comenzó a soltar el aroma que contenía. Miguel sonrió a Pedro y salió de la habitación con Broco detrás, el mayor suspiro y sus ojos se llenaron de lágrimas que limpio al instante sin dejar salir una sola.

Una llamada entrante fue anunciada por el sonido de su móvil, lo cogió enseguida y deslizó la pantalla contestando.

—Illo, ven a mi casa ahora —Le Dijo Jose con solo contestar.

—Buenos días al menos, ¿no? —Dijo en una broma algo desanimada y su amigo rió levemente.

—Vale, lo lamento... Buenos días, ¿vienes a mi casa a grabar?—Le dijo tranquilo.

—¿Esta Juan?—Cuestionó y su amigo suspiro, Pedro podría jurar que la sonrisa de Jose se borro en aquel momento.

—Si —Respondió rendido.

—Entonces ven tú a mi estudio, es mejor —Dijo con tono neutro.

—No puedes odiarlo y huir toda la vida de él, Pedro... —Señalo Jose un poco triste.

—Si que puedo, Jose. Lo estoy haciendo y lo haré hasta que él o yo muramos, lo que pase primero —Respondio secamente.

—Pe...

—Nos vemos en el estudio, no quiero hablar más de esto —Sentenció para después colgar.

Se sentó en la cama y cubrió su rostro con sus manos suspirando pesadamente.

—¿Problemas con Jose?—Le preguntó la voz de Miguel.

Pedro alzo la mirada y asintió con lágrimas en sus ojos mirando a Miguel, sin poder evitarlo derramó varías. Su novio le dedicó una sonrisa triste de apoyo, para después sentarse a su lado y pasar su mano por su espalda.

—Todo mejorará —Dijo Miguel en un susurro y Pedro sollozó volviendo sus manos a su rostro.

—Quiero que todo pare —Susurro entre lágrimas.

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