Zarcronno #1

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A los ojos de Dios

—Esta mal a los ojos de Dios—Sentencio la profesora de religión a un par de chicas que habían preguntado sobre el amor entre personas del mismo género.

Juan no tardo en alzar su mano, le dio la palabra.

—¿Por que no es natural? —Le cuestionó alzando una ceja.

—Por que no es lo que Dios quiere —Dijo a secas y Juan no quedó satisfecho.

—¿Y por que? —Cuestionó nuevamente.

La señora no supo que responderle, así que optó por la opción más fácil.

—Juan, deja de estancarte en una pregunta así... No es lo que el señor quiere y punto, no puedes cuestionar la voluntad de Dios —Se quedo satisfecha con aquella respuesta.

—Pero...

—Juan —Le reprimieron sus propios compañeros.

Juan había entrado ya hacia unos meses a aquel internado católico y todos le consideraban el chico rebelde, todos hablaban mal de él simplemente por que todos ahí habían pasado su vida entera con lo que ahí les inculcaban, con esos formatos raros y cuadrados, pero él no, él tenia un conocimiento más amplió de las calles, de lo que le decía su abuela, de muchas cosas que para los de ahí estaban mal enseñadas.

[...]

Después de la comida tenían un descanso, Juan estaba en su habitación  leyendo la ultima carta que había recibido de sus padres de hacia ya casi medio mes.

«Ojalá vuelvan pronto, para sacarme de aquí » Pensó leyendo aquella promesa que le habían escrito.

A la habitación entro Miguel, era un año mayor que Juan y compartía a la habitación con él. Miguel casi no hablaba con él, y di lo hacia eran palabras contadas, usualmente para decirle que debería seguir las reglas. Juan guardó rápidamente la carta detrás de su libreta y continuó escribiendo, Miguel le miro y mordió sus labios.

—Juan —Llamo después de verlo un rato.

El menor volteo a verlo, Miguel se sentó en la esquina de la cama haciendo que Juan se siente para verlo.

—¿Pasa algo malo?—Le cuestionó Juan preocupado por lo triste que se veía el mayor.

—No... Sí en realidad, es malo, muy malo para ti —El mayor le miraba con pena.

—¿Para mi? —El miedo de Juan estaba creciendo.

Miguel se acerco a el y suspiro, comenzó con la típica charla de que en la vida todos tienen un destino escrito por Dios, que a veces unas personas se tienen que ir con Dios y otras quedarse... Juan entendía aquello a la perfección pero no entendía por que le miraba así, por que estaba acariciándole la espalda como si quisiera darle ánimos o consolarlo...

—Juan, el avión en el que volvían tus padres se estrelló... Murieron todos los pasajeros, incluidos ellos —Finalizó Miguel muy bajo, le daba demasiada pena decirlo, pero era decírselo él o que alguien más seno dijera.

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