Zarclonno

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Sin título

Juan se encontraba en casa sumamente desorientado con su vida, recostado sobre la cama con una camiseta muy ligera y solo un bóxer, sentía como si su cuerpo se estuviera quemando. Apretó sus piernas gimoteando levemente, había perdido la cuenta de cuantas veces se había masturbado y ya no quería hacerlo, pero era inevitable, su periodo de celo había comenzado apenas dos días atrás y le esperaban cuatro largas semanas así puesto a que sus supresores dejaron de funcionar.

Su teléfono llevaba sonando más de lo que le gustaría y no soportaba el ruido, pero tampoco deseaba levantarse a responder o ir a apagarlo de una vez por todas. Suspiró con un poco de alivió cuando se quedó callado y no sonó en un rato, sin siquiera darse cuenta término llevando su mano a su miembro para comenzar a aliviar la presión que tenía en su cuerpo.

Mientras el omega “disfrutaba” de su celo, algo lejos de él se encontraban sus dos mejores amigos intentando encontrar una forma de ir a casa. Y es que Juan, en el estado en el que estaba, no era capaz de recordar del todo que sus amigos volvían aquel día y debía ir a recogerlos.

—No me responde. —Dijo Miguel, inquietó pensando en las posibilidades de que algo estuviera mal.

—A mi tampoco, tomemos un taxi. Tal vez está dormido.

Y es que el par de alfas no tenían ni idea de lo que pasaba dentro de su casa en aquel momento, puesto a que Juan solía tener un olor bastante fuerte, además de que su complexión y, con ciertas excepciones, su carácter no eran para nada de un omega. Lo que llevaba a todos a asumir que Juan era un alfa no dominante simplemente.

Jose y Miguel tomaron un taxi y aún cuando llegaron al edificio todo estuvo de maravilla, el problema comenzó al llegar a su puerta. El fuerte olor a omega en celo afectó a ambos alfas, pero se miraron entre ellos.

—¿Crees que... —Jose ni siquiera pudo terminar su suposición por que Miguel abrió la puerta de golpe.

—Ven, apresurate —Gruñó levemente y Jose se apresuró, él también estaba celoso. No quería compartir a Juan con un fastidioso omega que se la pasará sobre él.

Lo que les descolocó fue abrir de golpe la habitación de Juan y verlo de rodillas en la cama con su frente recargada en las almohadas y una de sus manos en su entrada metiendo dos de sus dedos dentro de ella.

—A-ah —Gimió Juan trayendo de nuevo a la realidad al par de alfas que casi salía su baba de su boca al verlo de aquella forma tan excitante.

Ambos cerraron la boca y tragaron para intentar pasar ese nudo que comenzaba a apretar sus gargantas. El ambiente comenzaba a hacerse pesado por las feromonas que los alfas desprendían, sus corazones palpitaban rápido y en sus pantalones una erección crecía, no podían apartar la vista de Juan que metía sus dos dedos lo más que podía dentro de sí para alcanzar ese punto que le hacía disfrutar mucho.

—A-Ah... ¡S-Sí! —Juan gimió fuertemente levantando su cabeza mientras se sostenía con el brazo que no estaba ocupando.

Los alfas se miraron entre ellos por una vez y sonrieron maliciosamente, ¿por qué no aprovecharse un poco del omega en celo que les había engañado durante mucho tiempo?

Se acercaron despacio a la cama, Jose acercó su dedo medio a la entrada de Juan y lo empujo dentro provocando un gemido algo escandaloso del omega y también hizo que abriera sus ojos mirando quien era el dueño de aquel dedo, Miguel se tumbó a su lado y acercó su mano al miembro de Juan comenzando a moverla de forma placentera para su menor.

—Uhm... —Juan inclinó su cabeza de nuevo sin poder decir nada ante los estímulos de placer que recibía de parte de sus amigos.

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