One-Shots

Zarcronno

Universo alterno.

El golpeteo producido por los caballos al galopar inundaba la ciudad, algunas personas volteaban a verles, en especial los niños que veían asombrados las brillantes armaduras y largas espadas, además de las jóvenes que miraban a los a puestos caballeros.

—¡Alto! —Ordenó el capitán y los cinco guardias que le acompañaban se detuvieron.

El capitán desmontó de su caballo y se acercó a un grupo de señoras y amablemente las saludo.

—Buenos días, señoras... ¿Podrían indicarme donde queda el palacio de justicia?

Las señoras le sonrieron e indicaron con palabras lo mejor que pudieron. El capitán agradeció, subió a su montura y junto a sus soldados se dispuso a ir al lugar donde ya les esperaban.

—¡Alto ahí, mocoso! —Un chico se atravesó por el caminó del capitán quien apenas pudo frenar su montura.

El joven cayó al piso y miro hacía el capitán con algo de miedo en sus ojos, su rostro era hermoso, se levantó del suelo y siguió corriendo, el capitán miro a los guardias a punto de cruzar e hizo avanzar su montura.

—¿¡Quien te crees para irrumpir así a la ley?! —El guardia era viejo y sacó al instante una daga mostrándosela al joven sobre el caballo, los soldados detrás se pusieron al instante en posición de ataqué.

—Me temo que el que se cree importante es usted, señor. Yo, en cambio, lo soy —El capitán hablo de forma altanera, miró hacia donde se había ido el chico y como aún se le veía correr decidió hacer que los guardias le escoltaran —Soy el capitán Juan, vengo a ver al Ministro y les ordeno que me lleven al palacio de justicia.

Fue firmé y los guardias se vieron en la obligación de obedecer, antes de alejarse mucho de la calle vio por donde el joven huyo, en verdad había despertado algo en el capitán.

[...]

Se abrió la puerta y el capitán entro de forma firme, era demasiado joven para su cargo pero inspiraba la autoridad y respeto que se necesitaba para ese cargo.

—Entonces, Ministro. ¿Cuál es mi misión aquí?

—Es un hombre muy directo, capitán.

—Me gusta terminar el trabajo de forma eficaz... Al hacerme venir con cinco de mis mejores hombres supongo que es algo de suma importancia.

—Y no se equívoca, capitán. En esta ciudad hay una terrible plaga.

—¿Plaga? —El capitán seguía los pasos del ministro hasta que este se detuvo.

—Una plaga de ladrones, estafadores, nigromantes, cambia pieles, brujas...

El capitán tuvo que reprimir una risa sarcástica.

—Entonces, señor. Me hicieron venir hasta acá, dejando a montones de mis hombres en el frente de una batalla. Para perseguir civiles.

—No son simples civiles, capitán. No los subestime de esa forma, yo mismo he intentado aniquilarlos de uno en uno... Pero de alguna forma salen más, son como cucarachas, deben tener un escondite, un refugio en algún sitio de esta ciudad. Usted, capitán, tiene como deber ayudarme a encontrar ese nido de alimañas y cuando lo haga yo me encargaré.