Cycorter

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Sin título

Había un montón de niños jugando tranquilamente, se escondían pues exactamente a eso jugaban.

—¡Te encontré! —El pequeño de ojos marrones se acercó a uno de sus amigos y luego salio corriendo hasta que tocó la pared —¡Un, dos, tres por Jose!

Después de terminar ese juego decidieron jugar otra cosa, pero Miguel vio a lo lejos al niño nuevo que no hablaba con nadie y tampoco jugaba.

—Migue, ya vamos a comenzar a jugar —Jose le miro y tomo su mano para llevarlo.

—No voy a jugar ahora, lo haré luego —Se soltó y corrió hasta el otro niño para saludarlo amablemente.

El pequeño Jose se quedó mirando a su amigo alejándose, por un momento sintió una pequeña molestia en su pecho mientras veía a Miguel sonreirle a ese nuevo niño.

[...]

Y con el paso de los años esos recuerdos quedaron sepultados, igual que la amistad entre Jose y Miguel. Al menos para uno de ellos era así.

—No estorbes, Meira —Jose apartó al moreno con un empujón y le quitó el balón sin mucho esfuerzo.

Tenían dieciséis años ya y ellos tres seguían estudiando juntos, era raro pero a los chicos parecía no importarles demasiado. El moreno se quedó unos segundos de pie viendo a Jose llevando el balón lejos de él, Miguel se lo sacó de forma hábil y lo lanzó a otra compañera que encestó rápidamente.

—¡Tienen tiempo libre!

El profesor se fue de la cancha y la mayoría fue a sentarse mientras tomaban agua. Miguel le tendió su botella de agua a Juan.

—Gracias —Dijo el moreno abriéndola.

Cuando estaba empinando la botella detrás de él paso Jose y lo movió haciendo que se tiré el agua en la cara y después comience a toser por que literalmente inhaló el agua. Jose y su amigo se burlaron de él y Miguel se levantó dispuesto a encarar a Jose.

—D-de-deja-dejalo así... —Juan tomó su brazo mientras tosía fuertemente.

—Pero...

El moreno le miró y Miguel se resignó a sentarse nuevamente. Se quedó hablando con Juan una vez que este calmó su tos. A la lejanía Jose los veía, para él era como una especie de déjà vu cada que los veía: Miguel sonriendo, tan lindo, y Juan mirándolo, cohibido por la seguridad con la que Miguel se expresaba. Y ese sentimiento, los celos que apretaban su corazón, la inseguridad que azotaba su mente. Tomó la pelota de baloncesto.

—¡Piensa rápido! —Se la lanzó a uno de sus amigos que estaba en esa dirección, sabía que no iba a frenarlo, ese chico era muy torpe.

La pelota cayó golpeando a Miguel y a otra chica.

—¿Cuál es tu jodido problema, idiota? —La chica miró directo al que no pudo frenar el balón.

Miguel solo miró mal a Jose y luego le dio el balón al chico, el que estaba más lejos sonrió satisfecho: había puesto de mal humor a Miguel y ya no hablaba con Juan en esos momentos.

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