128. El territorio de Minerva (5)

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Y es por esta razón que no deben dejarme sola, porque me meto en problemas.

Escuché ruidos de un fantasma y sabiendo que no existen, seguí el ruido, ¿por qué?, tuve suerte de que se tratara de una mujer, de haber sido un hombre ya me habría atacado.

¿Y de qué forma me defendería?

La última vez que perdí el control le provoqué reflujo a Barbara, quizá si me concentro pueda elevar la temperatura de – ¿cómo te llamas?

Voltea a verme mientras camina – puedes llamarme Minerva.

Es otra forma de decir que no quiere darme su nombre – y sobre este pasadizo.

– Lo descubrí hace tiempo – se encoje de hombros – el problema es que es muy estrecho, un hombre jamás pasaría, tal vez un niño o una mujer – se señala.

– ¿Y estás segura de que quieres mostrármelo? – o tal vez me estás guiando a una trampa y estoy a punto de morir.

No estoy nerviosa, me preparo para lo peor.

– Te mencioné que odio a las pelirrojas, ¿cierto?

– Lo hiciste.

– Hice algo de lo que no estoy muy orgullosa – se detiene frente a los escalones, la mayoría están destruidos – aquí tendrás que agarrarte de los bordes, ten cuidado.

Buena señal, si su plan es asesinarme, no estaría preocupada por mi seguridad, eso o la trampa no es para mí y me necesita con vida.

Me sujeto y salto hacia los escalones que todavía están en pie.

– Como iba diciendo – ella da un gran salto, se nota que es un soldado – siento que te lo debo.

Este sitio está tan sucio como la capilla, con basura, piedras, polvo, objetos de cristal roto y al fondo, detrás de una gran puerta, se puede ver un agujero cuadrado.

– Es ahí, la salida es en la costa.

– ¡Cómo la ruta de Bendición!

– ¿Quién?

– Bendición, la hija de la diosa Ameritia, ella dejó el castillo y bajó a la costa cuando fue llamada por la diosa.

– No creo que la hija de una diosa haya bajado por ahí, está cubierto de polvo y apesta.

Obviamente, la diosa le abrió paso con rayos de luz, pero no es el punto.

Al mover la puerta puedo ver el tamaño, un hombre adulto de espalda ancha tendría muchos problemas para pasar por ahí, como ella dijo, está cubierto de polvo, si un escuadrón hubiera usado esta entrada para invadirnos, se vería más limpio.

Tengo que decirle a Alexis – volveré en unos minutos – me doy prisa porque debo agarrarme de los bordes para trepar – le diré que fue tu aportación, Tiara tiene mucho respeto por las mujeres, una mujer caballero es parte de su guardia personal y quien te haya dicho que eres egoísta se equivocó, a mí me agradas.

Cruza los brazos y sonríe – dame algo de tiempo, también me odiarás.

Esa persona debió traumatizarla, tengo que darme prisa, Alexis debe estar dormido.

– Oye – grita – dile que esto no es lo que quería.

Se refiere a traicionar a Barbaros, pero me alegra que haya decidido hacerlo.

*****

Mi pecho se siente pesado por haber corrido y la primera persona a la que encuentro es al Marqués Quiral – hay un pasadizo a la costa.

La petición de la mujer malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora