Bajo el arco adornado con flores, el sacerdote mira a los novios y después a los invitados – El matrimonio es una sagrada institución y la ira de la diosa Ameritia caerá sobre aquel que la profane – extiende una bandeja con dos pañuelos, un plato y un cuchillo – General, su guante.
Sin perder la expresión de enfado el General se quita el guante de forma brusca y extiende su mano.
La ceremonia exige que cada consorte haga un pequeño corte en la mano de la otra persona y las dos gotas de sangre deben caer en un pequeño plato representando la unión de dos seres.
No quiero lastimarlo, pero esto es parte de la ceremonia y también una tradición, solo las familias reales pueden aspirar a saltarse ese paso porque se considera un sacrilegio que su sangre corra, las personas comunes no pueden elegir.
Con mucho temor presiono la punta del cuchillo apenas lo suficiente para hacer un corte delgado y retiro el cuchillo en cuanto la gota de sangre brota y cae sobre el plato, miro la herida con miedo – yo, lo curaré.
El General Sigfred retira su mano antes de que yo pueda tocarlo y cubre la herida con un pañuelo presionando para que la sangre no salga.
– Señorita Sheridan, es su turno.
Él toma el cuchillo y rebana la punta de mi dedo hasta casi cortar un pedazo, un gemido se atora en mi garganta y la sangre brota manchando el plato y la bandeja, el sacerdote de prisa me cubre con el pañuelo.
Las personas detrás de mí no lo notaron, el pañuelo se vuelve rojo por la sangre y en la bandeja se ve el desastre que provocó mi sangre.
El sacerdote actúa como si nada hubiera pasado – dos almas bendecidas cruzan un solo camino para convertirse en una unidad – el sacerdote levanta el plato después de limpiar los bordes para que el exceso de sangre no sea visible – en nombre de la diosa Ameritia y del rey Primus Daigo yo los declaro, marido y mujer.
Ha terminado, puedo curar mi dedo y despedirme de todo esto.
– Marjory – Isabela corre a abrazarme – estoy muy feliz por ti.
– Se muy cuidadosa – me aconseja mi madre.
– Envíanos cartas de vez en cuando – dice mi padre.
– Si te trata mal, no dudes en venir a verme – me dice Elizabeth con mucha convicción, a su lado Patrick se limita a sonreírme – buena suerte prima.
– Muchas felicidades por su boda, el rey estará muy complacido – anuncia el enviado real.
– La felicito por su boda señorita Marjory – dice el Duque Bastián, el hombre por el cual estoy siendo obligada a casarme.
– Muchas gracias.
Detrás de mi está el hombre con el que me he casado, no puedo escuchar un solo sonido, temerosa, volteo y descubro que él ya no está aquí, su familia y él caminan hacia la entrada.
– Tristán dijo que tenía prisa, hija, tus maletas ya están listas, te acompañaremos a la entrada.
¿Las maletas?, entonces no habrá recepción ni una comida, apenas me he casado y tengo que dejar la mansión de mis padres para ir a la de mi esposo, a mi alrededor solo veo rostros calmados, Isabela sonríe mientras es abrazada por el Duque, solo Elizabeth entiende que estoy siendo víctima de una gran injusticia, pero ella no tiene el poder para hablar o quejarse.
– Muchas gracias, iré enseguida.
El pequeño lugar donde me case, es el mismo donde solía jugar cuando era pequeña, nadie colocó flores ni adornó o barrió el suelo, hay arbustos y hojas secas, una vez que las velas se recogen y los invitados se alejan, nada indica que cinco minutos atrás hubo una boda.
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La petición de la mujer malvada
RomanceTítulo: La petición de la mujer malvada Historia original Actualizaciones Martes y Viernes - Majestad le pido que me conceda el divorcio. La mujer con corazón de hielo que robó el novio de su hermana, le provocó un aborto a la amante de su marido y...