19. Marquesa Morgana (5)

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– La señora Sigfred la envió, es una crema especial muy costosa, se coloca en las manos – la sirvienta cuyo nombre desconozco deja la crema sobre la cama al no haber una mesa en la habitación y se va.

Una crema.

Y Veneno.

Es un veneno muy especial y muy maligno conocido con el nombre de ¡gusano come carne!, después de usarla mi piel tendrá costras, el veneno se irá comiendo mi piel entre más tiempo la use, existe un tratamiento, pero es lento, doloroso y nunca borrará las cicatrices.

Ya me están dando un veneno de acción lenta que me matará en tres meses, ¿por qué ir tan lejos?

O es porque no están viendo resultados con el otro veneno, he sido descuidada, debería quejarme de dolores imaginarios o dormir por las tardes, si luzco sana, seguirán enviándome venenos.

– La señora quiere que vaya al comedor.

Aparte de recibir esas visitas esporádicas mis días son demasiado aburridos, siento que estoy en una prisión viendo como el sol sale y se oculta. Camino al comedor, el motivo de mi presencia aquí es para verlos recibir la correspondencia.

– Te ves muy bien esta mañana Marjory.

O eso pensé, es preocupante verla comportarse amablemente conmigo.

– ¿Estás usando la crema que te envíe?, Tristán una vez me dijo que el atractivo más especial en una mujer son sus manos, sí tiene las manos suaves y tersas eso la hace más hermosa, ¿no es así corazón?

– Si, él lo dijo muchas veces – Kayla la secunda.

Lo que quieren es asegurarse de que use la crema – la estoy usando, muchas gracias por el regalo.

– Tonterías, eres mi nuera, ese tipo de cosas son mi obligación, no olvides usarla, sí la usas todos los días tus manos estarán muy suaves en menos de un mes.

– Señora, la correspondencia.

Tres cartas son repartidas, todas del General.

Desde que estoy aquí no he recibido una sola carta, las que le escribo a mi padre no tienen vuelta, mi madre tampoco me escribe, tampoco Elizabeth, si ella no me hubiera visitado la semana pasada, diría que desaparecí del mundo y ya no existo.

Pensar en eso me hace sonreír.

– ¡Oh, cielos!

No hay burlas sobre los obsequios del General o sus pensamientos sobre Isabela, todos tienen caras alargadas.

– El rey de Tiara ha muerto – dice el señor Sigfred en voz alta y baja la carta.

– ¿El que fue asesinado por su hijo? – no estoy entendiendo.

– ¿Eres estúpida?, por supuesto que no, el nuevo rey que asesinó a su padre fue asesinado por su medio hermano – la señora Sigfred agita el sobre usándolo como abanico – gracias a la diosa que no vivimos en esta tierra olvidada de la mano de dios.

No entiendo mucho de política, ¿eso en qué nos afecta?, no son solo reyes matándose entre sí.

– No habrá una guerra, ¿verdad? – Kayla tiene un poco de miedo.

El General se fue para huir de mí, nadie pensó que su vida correría verdadero peligro y saber que la amenaza de guerra es verdad los puso nerviosos.

Kayla se levanta furiosa – todo esto es tu culpa, él se fue por ti, maldita, te odio.

– Pensé que me odiabas por tus vestidos.

La petición de la mujer malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora