95. La Sanadora Carmesí (5)

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Algo está mal, algo definitivamente está muy mal.

– Muchas gracias, de verdad muchas gracias.

– Claro, es un placer.

Toda mi vida eh sido una sanadora, mi madre insistía en que todas debíamos trabajar muy duro para cubrir la escasez de sanadores, también tenía la responsabilidad de tomar los turnos que Isabela no podía completar y no era anormal sanar enfermos por la mañana e ir a una mansión a sanar personas por la tarde.

Pero esto..., no lo entiendo.

– Marjory.

Alexis pone su mano en mi hombro, ¡al fin!, tenemos que irnos, tengo que salir de aquí.

Estrategia de salida = Alexis.

– Majestad, mil años de gloria, ¿me necesita para algo?

– ¿Eh?, si, venía para que me acompañaras...

– Será un honor – tomo su mano – de prisa – susurro y aparto la mirada de las personas a mi alrededor.

¡Sané a todos los pacientes del hospital!

En el camino me deshago de los guantes, el pañuelo y la bata, quisiera tirarlos, busco un lugar para esconderme y me siento en la parte de afuera de un edificio, me cubro el rostro con las manos, por suerte ya es de noche o no podría esconderme, no lo entiendo, nunca había sanado a tantas personas y ni siquiera estoy cansada.

Alexis, deja de reírte.

– No es gracioso, se supone que estás de mi lado, no deberías burlarte de mi desgracia.

– No me burlo, me río contigo.

– ¿Entonces porque yo no estoy riendo?

– Porque estás muy malhumorada.

Quisiera decirle que no es así, pero creo que de nuevo subí el tono de mi voz, pasé toda mi vida entre susurros, hasta mi matrimonio, ahora debo acostumbrarme a vivir mi vida con menos decibeles.

Sigue sin ser divertido – no te dejaré dormir en mi cama si sigues burlándote.

Se cubre la boca para detener su risa.

De acuerdo, es un poco divertido verlo esforzarse por dejar de reír, casi hace que olvide mis problemas.

– ¿Por qué sanar a todos los pacientes es malo?

– Más que malo, es extraño, nunca antes me había pasado y conozco los hábitos de las sanadoras, sé de muy buena fuente que no te haces más poderosa con la edad.

Lo piensa muy detenidamente – tal vez es porque llevas un largo tiempo sin sanar.

Imposible, hace tres meses cuando visité a la Marquesa estaba más débil que nunca, no podía sanarla a menos que tomara agua bendita y en el segundo día de mi matrimonio me desmayé por desnutrición.

Tal vez sea por el agua bendita, con la distribución actual debo ser la persona que más agua bendita ha tomado en todo el reino.

Podría ser.

Espera.

– ¿Cómo sabes que ha pasado un largo tiempo sin sanar?

– Lo supuse – se encoge de hombros – te casaste.

Cierto.

– ¿Sabes que es lo más extraño?, no me siento adormilada, siempre que me daban asignaciones pesadas me daba sueño, una vez dormí un día completo, hoy me siento bien.

La petición de la mujer malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora