Aire frío y fresco, muy diferente al sur donde el clima es caluroso, montañas tan altas que en algunas partes del camino la niebla nubla la visión y las carretas avanzan a paso lento, exceso de humedad y un alto número de enfermos por gripe.
– El norte apesta – dijo Barbara Quiral en voz alta y siguió masticando un trozo de carne seca.
– ¡Ahí está!
El Marqués Richard Quiral se sintió más aliviado al ver que el rey regresaba de su caminaba nocturna que simplemente duró doce horas, si no fuera porque estaba demasiado ocupado esa mañana, pasaría su tiempo hablando muy duramente con su rey.
Alexis lo ignoró como siempre, dio un pequeño salto lejos del caballo y se quitó la capucha mientras su asistente Lamus guardaba los caballos.
– Majestad – exclamó Barbara al encontrarlo, tomó la capucha y le quitó la peluca negra que restaba tanto de su belleza, su rey tenía un cabello tan hermoso, era una tragedia que tuviera que usar esas pelucas para pasar desapercibido.
A diferencia de Barbara, su medio hermano no estaba nada feliz – majestad, llega tarde, los caminos fueron cerrados por la neblina y los refuerzos tomarán tres días más, pensamos que el mensajero del rey de Undra llegará en cualquier momento y llegó correspondencia sobre su decisión de tomar una sanadora.
Las cejas de Barbara subieron y Alexis sonrió.
– Tráela.
Tanto como Barbara quería escuchar la conversación, no se le permitió entrar al estudio y permaneció en la entrada sosteniendo la capucha y la peluca de su rey.
Ese pequeño acto tan íntimo era solo suyo, dio la vuelta para llevar las prendas y entonces lo notó, un rasgo sutil, débil y apenas perceptible, un aroma que no coincidía y que impregnaba las ropas de su rey.
¡Rosas!
Quizá pasó mucho tiempo junto a un rosal, lo que fuera, había que llevarlas a lavar, no le gustaba tener ese aroma cerca.
En su oficina Alexis se dejó caer sobre el sillón y tomó la primera carta, el vocero del rey aceptó sus condiciones a cambio de fortalecer la alianza, el reino de Undra que aseguraba enviar refuerzos y participar activamente en esa guerra no pensaba ensuciarse las manos y seguían dándole trabas, pero cuando se trataba de enviar a una mujer sola al campo de batalla, nadie dudó y le dejaron dar el paso sin contratiempos.
La segunda carta venía del templo y no le prestó mayor interés, pero en la tercera carta vio un nombre que le pareció interesante.
Condesa Bianca Silas de Sheridan.
La carta fue abierta y la primera de dos hojas fueron desplegadas, una sonrisa se pintó en el rostro de Alexis, la Condesa tenía labia, en cada frase insistía en que la fuente de sus preocupaciones era él, su reino, sus hombres y su seguridad, agregaba que sus intenciones eran las de advertirle y evitar que cometiera un grave error.
Tanta amabilidad de una mujer a la que jamás había visto, si fuera otra clase de persona se sentiría conmovido, pero todo ese interés, por el contrario, lo hacían sentir molesto.
Encendió una vela y usó la flama para quemar la correspondencia que recibió esa mañana. Terminado ese asunto, era tiempo de seguir adelante.
*****
Las barracas.
Los campos cubiertos de lodo, el clima frío, el aroma que se filtraba con cada corriente de aire que despegaba su cabello y la sensación en la suela de sus zapatos por el terreno irregular.
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La petición de la mujer malvada
RomanceTítulo: La petición de la mujer malvada Historia original Actualizaciones Martes y Viernes - Majestad le pido que me conceda el divorcio. La mujer con corazón de hielo que robó el novio de su hermana, le provocó un aborto a la amante de su marido y...