106. El embarazo debilita (6)

3.5K 441 216
                                    

La habitación se mantuvo fría, los soldados que casi no peleaban y que se libraban de heridas mayores, enfermaban por epidemias y problemas en garganta y pulmones.

Pero la situación en los hospitales no era la razón por la que los cinco hombres se reunieron, todos esperaron en silencio hasta que el comandante Ronald Bastián leyó el informe.

Tiara tenía una ruta segura a la capital de Barbaros, algo que no creyeron posible y con ese movimiento, el castillo caería en poco tiempo.

– Aseguren las vías, enviaremos la información al rey Genos y esperaremos, Barbaros no puede caer.

– Si, señor – dijeron antes de retirarse.

– Tristán, quédate un momento.

El cuarto se vació dejando solo a dos hombres.

El comandante Bastián se sentó y miró fijamente a Tristán – iré directo al grano, escuché un rumor sobre las habilidades de la Baronesa Sigfred, algo sobre que era una farsante y una mentirosa y siendo que el rumor vino de su esposo, pensé que era información verídica, sobre los reportes de Tiara, sospeché de un caso de falsa información, hasta de la posesión del rey Diaval sobre una reliquia antigua, así que imaginarás mi sorpresa al descubrir que los rumores que desestimé son reales y que, en palabras de un hombre en el que confío, el Marqués Oslo, Marjory Sheridan de Sigfred tiene un autentico poder de sanación, ¿tienes algo que decir sobre eso?

La mujer a quien Tristán tan encarecidamente llamó ¡farsante!, y ¡mentirosa!, de hecho, estuvo diciendo la verdad, Tristán frunció el entrecejo incrédulo, si no fuera porque la persona que abogaba por ella era su comandante, no lo habría creído, era una situación muy inusual.

El comandante Bastián seguía esperando una respuesta.

– Antes de mi matrimonio, Bela y la Condesa Sheridan me advirtieron sobre su situación y el estado de su poder de sanación, no sabía que ella – hizo una pausa al recordar las palabras del Duque Daigo y sus manos se apretaron – en verdad no estaba enterado.

No fingía ignorancia, las referencia que tenía decían que Marjory no podía sanar, jamás pensó que sería de otra forma.

El comandante Bastián se sintió molesto – ¿esperas que crea, que eres el último en enterarse? – pasó por alto el hecho de que Tristán llamara a la Santa por su nombre.

– Señor, sobre mi matrimonio, no creo que sea asunto del ejército.

– Lo volviste mi asunto cuando no tuviste objeciones en enviarla al campamento de Tiara y lo dejaré en claro, mi opinión es la única que importa, no la tuya ni la de otros, la mía – alzó la voz.

– Si, señor.

– Quiero que te arregles con ella.

– ¿Perdón?

– Justo ahora estamos en una situación crítica, somos el reino que dio a luz a las sanadoras y nuestros hombres necesitarían ser ciegos para no notar que el pasto crece más verde del otro lado de la acera. Me atrevo a decir que ella podría ser la pieza clave en la batalla final contra Barbaros y si queremos conservar nuestra alianza la necesitamos de nuestro lado, ¿entiendes lo que estoy hablando?

Tristán bajo la cabeza – si, señor.

– Dame una buena noticia, ¿ella te ama?

– Lo hace, señor.

– ¿Hasta qué punto?

– Esa mujer haría cualquier cosa por llamar mi atención.

Como esposo fue testigo de todos los esfuerzos de Marjory por atraerlo, desde fingir ser una víctima hasta olvidar su posición y golpear a una mujer inocente por celos.

La petición de la mujer malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora