58. Baronesa Sigfred (1)

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Ser una Baronesa es fácil cuando todos te tachan de incorrecta.

Y mi madre ya no me visita, solo manda cartas que puedo tirar sin leer – otra invitación a la iglesia.

Le doy la carta a Ágata y ella la lanza a la chimenea sin que yo se lo pida, toda la correspondencia de mi madre termina entre el carbón, es mejor de esa forma.

Otra carta, esta es del templo.

– Señora, su madre es muy insistente, en su familia hay muchas sanadoras, y una Santa, no debería molestarla tanto.

– No somos tantas como parece e Isabela ahora está casada, su trabajo no es tan simple y siempre debemos estar ahí para ayudarla.

Ahora que me doy cuenta, desde que me casé me deslindé de mis obligaciones como sanadora.

– Si es la Santa, no debería necesitar ayuda.

– No es tan simple, Isabela nació con un físico débil, es parte de su castigo – cierro los libros para explicarle – la madre de Isabela atentó contra la sagrada institución del matrimonio, como castigo recibió un parto difícil que le costó la vida y su hija nació siendo muy frágil, se enferma muy seguido, es algo muy normal.

– Si el pecado fue de su madre, ¿por qué la diosa castigó a su hija?

– Porque es una diosa y puede hacer lo que se le plaza, tampoco lo entiendo, si fuera yo, habría maldecido al hombre que abandonó a mi elegida dejándola embarazada en lugar de afectarla a ella y a su hija.

*****

Los días pasan y finalmente puedo darle un uso a este molesto título.

Las personas que invité a mi casa y que recibo con una sonrisa son mi tío Benjamín Silas, su esposa la Clara Ernia y sus dos hijos.

– Marjory – Elizabeth corre a abrazarme y sujeta mis manos – mucha tensión, está afectando tu ciclo menstrual, así nunca tendré sobrinos.

– Elizabeth – mi tía Clara grita y la regresa de las orejas.

– Está bien, ya estoy acostumbrada – aunque por una vez, me gustaría que Elizabeth me tocara sin diagnosticarme, o por lo menos que no hablara de mi ciclo menstrual en voz alta.

Mi tío se ve bien y se nota que me presta atención, cosa que no hacía cuando nos visitaba, mi tía es tan seria como siempre y mi primo Patrick está en una esquina con las manos en los bolsillos en una actitud que demuestra su falta de interés.

– Nos sorprendió mucho su invitación, Baronesa Sigfred, es un honor para nosotros.

– Tío, por favor no hagas esto – en el pasado mi tío regañaba a Elizabeth por perder el tiempo conmigo en lugar de acercarse a Isabela, verlo ser tan amable es incómodo – sigo siendo la misma persona a la que golpeabas en la parte posterior de la cabeza cuando era niña.

Su mirada se llena de vergüenza.

– Marjory – a diferencia de él, mi tía tuvo una actitud neutral, no tengo rencores contra ella y por lo que veo, mi tío la está usando como bandera de paz – ¿hay algo en lo que podamos ayudarte?

– De hecho, hay algo – me siento y ellos toman el asiento en el sillón frente a mí – estoy pensando en contratar a una doctora para la mansión.

Mi tía sonríe – es inesperado que te inclines por la medicina, siendo de la familia te aconsejaría una sanadora, tu prima Jazmín Mondel debe estar por graduarse.

Niego con la cabeza – quiero a alguien confiable – miro de reojo a mi prima cuyos ojos se abren como platos – tío, quiero ser la benefactora de Elizabeth, pagaré para que termine sus estudios en la Academia y le daré un puesto como médico en la mansión.

Todos me miran sorprendidos, la pregunta en sus cabezas debe ser: ¿puede hacer eso?

– Lionel.

Mi excelente abogado ya arregló los documentos, no estoy haciendo una oferta vacía, sé lo que hago.

Cruel con sus enemigos, amable con sus aliados, recientemente aprendí esa filosofía y quiero seguirla, Elizabeth fue la primera en ayudarme, sí no fuera por ella habría muerto de hambre en la mansión Sigfred y el General sería un Barón viudo muy feliz, tengo que devolverle el favor.

Mi tío tose secamente aclarándose la garganta.

– Nos gustaría, pero – responde mi tía – Liz tiene un compromiso en puerta y también, me preocupa que ella no sea suficiente, Liz puede diagnosticar, no sanar, tal vez si contratas a Jazmín, ellas puedan complementarse, me parece que es lo más aceptable.

– Tío – dirijo mi atención a él – tus deudas con la familia Mondel no son mi asunto, no contrataré a una persona que no está capacitada solo porque tú apuestas más de lo que ganas, mi oferta es solo para Elizabeth, y tía, ella es suficiente.

Me mira apenada, no quiero ser dura con ella, mi tía es parte de la generación perdida al igual que mi maestra y no fue fácil para ambas, también sé que dijo esas palabras por insistencia de mi tío.

– Entonces, ¿cuál es tu respuesta?

Mi tía duda.

– ¿De cuánto es la deuda? – ahora que soy una Baronesa, esa cantidad puedo pagarla con el movimiento de una mano.

Miento, tío Benjamín, ¿cómo pudiste gastar tanto apostando?

– Lo, pagaré

En abonos

*****

Por suerte, todo salió bien y puedo volver a hablar con mi prima como antes.

– Gracias por tu apoyo y te pagaré ese dinero, me tomará algo de tiempo, así que no puedes ser una acreedora molesta.

– No es necesario que lo hagas, solo dile a mi tío que la próxima vez no cubriré sus deudas, tiene que dejar de apostar.

Elizabeth rueda los ojos – él piensa que apostando podrá pagar la deuda por apostar. Es un ciclo sin fin.

Definitivamente no lo volveré a ayudar, por otro lado, estoy agradecida de que se haya podido solucionar con dinero – entonces así será, irás a la Academia, te graduarás, volverás para trabajar en la mansión y podré verte.

Su gesto es de apatía – y exactamente a quién voy a curar, ¿a las personas que tú no puedas sanar?, Marjory, me convertiré en forense.

¿Eh?

– No seré una doctora para quedarme detrás de un escritorio, voy a poner mi consultorio y atenderé a personas que no pueden ser tratados por la iglesia.

Pero entonces, no podré verla.

Esto no es lo que planee, pero qué remedio – de acuerdo, solo no olvides visitarme.

Ella sonríe y me abraza.

– ¿Interrumpo?, Liz, te esperan abajo, papá dice que debemos volver pronto para llegar a casa antes de que oscurezca – Patrick, la voz de la razón ha hablado.

Elizabeth hace un puchero – tengo que ir, nos veremos después – sonríe y se va.

Tengo que ir a despedirlos, solo que, Patrick me bloquea el paso, por las pocas veces que hemos hablado sé que no le agrado, pero tuvo el detalle de aparecer en mi boda, así que por lo menos, no me odia.

– ¿Sucede?

– ¿Cómo se sintió?

¿Eh?

– Humillar a mi padre.

– Fue muy gratificante.

– Eso pensé, bien por ti, prima.

La petición de la mujer malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora