48. Mujer malvada (3)

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– Habla.

Susana Meridian es una buena chica e inesperadamente una buena oyente, no me había dado cuenta hasta que Ágata me lo dijo, así que la enviamos al mercado y regresó con noticias.

– Dicen que la esposa del General es una mujer malvada, que trataba mal a su suegra y a su cuñada, por eso el General le compró una casa, también dicen que usted corrió a las personas que cuidaron del General desde que era niño y que él se fue de la ciudad porque no quería verla, yo les dije que era mentira – alza el tono de su voz – me agarré a golpes con una verdulera que estaba hablando sin saber – maldice entre dientes.

– Entiendo, en el futuro, no te arriesgues por rumores sin valor, o comenzarán a decir que educo a mi personal para ser violento.

– Si, señora – se retira.

Después de ella, entra Sir Evans, los envíe a ambos a un mandado, Susana debía comprar artículos de limpieza para lavar la ropa, como en estos días tuvo que lavar las mismas sabanas hasta cinco veces, el jabón se terminó, en cuanto a Sir Evans, a él lo envíe con una misión diferente.

Con mucho cuidado, una bolsa es colocada sobre la mesa, dentro hay un frasco y en su interior, una serpiente enroscada de piel escamosa, su color es verduzco con manchas amarillas.

Hay una historia sobre una serpiente verde de manchas amarillas que fue regalada a una reina, ella destapó la canasta y dejó que la serpiente trepara por su brazo, entonces la mordió, los caballeros cortaron la cabeza de la serpiente que cayó al suelo, en cuanto a la reina, experimento una gran pesadez y debilidad por los siguientes días hasta su muerte.

Pero se trata de una simple historia que no puede ser cierta, porque, ¿qué guardia real llevaría una serpiente a la recamara de una reina?

La serpiente extranjera cuyo nombre nadie conocía era una marila y su toxicidad es muy alta, nadie que hubiera recibido una mordida podía vivir por más de tres días.

Y ahora está en mi mesa.

– Ágata, déjame sola.

Hay peores rumores, algunos dicen que encerré a mis empleados, que soy fría, déspota y arrogante, y que tracé un esquema para separar a mi prima Isabela de su prometido, soy una mujer malvada y nada de lo que haga, cambiará la forma en la que todos me miran.

Ya estoy cansada.

Cuando aprendí a sanar, descubrí que existen muchos riesgos, por ejemplo, podría sanar a un hombre que padece de los pulmones, no tener cuidado, dejar que el aura de la enfermedad se disperse en el aire y todos aquellos que lo respiren, se contagiarán.

Otras enfermedades pueden transmitirse por contacto de la piel, si no me deshago de esa aura oscura, yo me convierto en el foco de infección y podría pasar la enfermedad de un paciente a otro. La purificación o esterilización es fundamental.

Propagar una enfermedad de esa forma es un accidente, un error de negligencia de parte del sanador.

¿Qué pasaría si lo hiciera a propósito?

La mordedura de la serpiente duele, tengo que apretar mis manos mientras ella inyecta todo su veneno, el dolor invade mi cuerpo yéndose a mis extremidades, estoy muy cansada, quiero descansar, quiero dejarme caer al suelo y quiero dormir.

Es una pena que no tenga tiempo para eso.

Regreso a la serpiente a su frasco y cierro la tapa de madera con cinco agujeros medianos, mi cuerpo se siente muy agotado y mi pecho duele, pero está bien.

El agua bendita no va a durarme mucho al paso que la estoy consumiendo, bebo la mitad de una botella y espero un poco, el veneno en mi cuerpo sigue ahí, pero no voy a curarlo, quiero que se aloje en mi cuerpo, quiero que me ayude a sobrevivir.

La petición de la mujer malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora