83. La difícil vida de una Santa (3)

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Apuesto, encantador y considerado.

En solo un par de semanas de conocerse ya le había comprado tres vestidos y dos collares, era difícil no enamorarse.

En los siguientes meses toda la conversación giró en torno a su ascenso y Bela lo encontró un poco molesto – ese puesto, ¿es tan impactante?, sé muy poco sobre el ejército, para mí ya eres un gran hombre, no necesitas esforzarte.

– Si lo necesito, porque te lo prometí.

– ¿Lo hiciste?

– Es probable que no lo recuerdes, fue hace ocho años, en los pantanos, te encontré recogiendo flores y te prometí que me convertiría en un General y me casaría contigo.

– ¡Oh!

El trago dulce se volvió amargo.

Mirando a su hermana lucir ingenua mientras en secreto recibía votos de hombres desconocidos, Bela pensó que había sido engañada y quiso empujar un poco su suerte.

El General Sigfred se presentó en la mansión y declaró sus intenciones de casarse con Bela, en todo ese tiempo la mirada de Bela estuvo puesta sobre Marjory.

– Le gusta las rosas – dijo en una ocasión.

– Me molesta el tiempo que hay entre nuestras mansiones, me toma mucho visitarlo.

– Sabías que es el cuarto hombre en obtener el cargo de General a una edad muy joven.

– Estará de permiso este año.

Una y otra vez habló de su novio y repasó las transcripciones de sus cartas sin que hubiera una sola reacción en el rostro de Marjory.

Su hermana, no tenía una pizca de amor propio.

Con esa personalidad tan patética dejarla estar con Tristán era un desperdicio.

Un hombre tan cortés estaba mejor con ella, o así iba a ser, hasta que intervino su madre.

– ¿Esto es?

– Las finanzas de la familia Sigfred, no son tan impresionantes, especialmente después de que hiciste un gran agujero pidiéndole esa casa.

Bela bajó la mirada.

– Esta bien, no es tu culpa, él quería regalártela y no podías negarte y romper su corazón, el problema es que ese estilo de vida no podrá mantenerse por mucho tiempo, necesito que lo pienses porque eres la hija de un Conde y estás a punto de convertirte en la esposa de un General e hijo de un comerciante, ¿es eso lo que realmente quieres?

– Pero seré Condesa, una vez que me case mi esposo y yo heredaremos el título de mi padre, ¿no?

Era así como debía ser y Bianca Silas lo había planeado de esa forma, pero en el último momento su esposo demostró ser un completo inútil – tu padre ha decidido dejarle el título al esposo de Marjory.

– ¿Qué?

– Ella es su hija biológica.

– Pero yo también soy su hija.

– Adoptiva, Igor piensa que hemos desestimado a Marjory por un largo tiempo y está pensando en entregarle el título a su esposo después de que ella dé a luz.

Bela se dejó caer sobre el sillón, ella ya contaba con ese título y resultó que le pertenecía a Marjory – pero no es justo.

– Tu padre es un necio, tal vez si tú vas y hablas con él podrías hacerlo entrar en razón, pero creo que sería un error, Bela, hay otros hombres, no tiene que ser Tristán.

La petición de la mujer malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora