93. La Sanadora Carmesí (3)

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Según las sagradas escrituras la hija de la diosa Ameritia, Sanación, trabajó muy de cerca con los doctores de la época y ayudó con su conocimiento a muchas de las técnicas que todavía se usan en la actualidad.

Era una mujer muy sabia y muy poderosa.

Pero cuando las tres hijas de la diosa se marcharon, la primera Santa se volvió propiedad del templo y los dos campos se separaron.

La medicina cura con conocimiento, medicamentos e instrumentos, la sanación cura con fe.

La medicina tiene limitantes, la sanación no los tiene, siempre que haya un sanador, el paciente vivirá y cuando haya un doctor, no habrá garantía de que el paciente se salve.

Ah sido así por muchas generaciones.

Mi maestra era una doctora, ella siempre dijo que necesitamos a la medicina, nosotras podremos ver los huesos sin necesidad de un cuchillo, pero es gracias a sus investigaciones que conocemos las enfermedades y entendemos cómo actúan.

Además, nosotras somos muy pocas, nos es imposible estar en todo el reino y el templo tiene un sistema de tratamiento jerárquico, en primer lugar, a la realeza, en segundo lugar, a los nobles, en tercer lugar, a las familias que aportan dinero al templo y en cuarto lugar a las catástrofes.

Para las personas comunes, la única oportunidad de vernos es cuando su ciudad se inunda o algo peor sucede.

La mayoría de las personas acuden a los doctores.

Y cuando nos involucramos ocurren fricciones, un centenar de médicos pueden tratar a los enfermos, aplicar los primeros auxilios, mantenerlos con vida y hacer un trabajo sobre humano para apartarlos de la muerte.

Un día, llegará una sanadora y cuando se vaya, todo el trabajo duro de los doctores será convertido en nada, lo único que las personas recordarán es que la diosa, en su infinita bondad, sanó a todos los enfermos a través de sus sanadoras.

El presupuesto para investigación médica se reduce cada año, porque no importa que ellos sanen a un porcentaje de la población mucho más elevado, nosotros sanamos a la parte importante, la parte cuyas vidas le importan al reino.

No es de extrañar que nos odien, que nos llamen curanderas o que duden de nuestro diagnóstico, en su lugar probablemente yo también me odiaría.

Porque en un reino donde existen los sanadores, los médicos no son necesarios y la mayoría después de graduarse de la Academia se muda a Tiara, Aisna o Serum.

Los que se quedan nos miran con desprecio, una vez dentro del hospital no sé lo que encontraré.

Alexis toma mi mano – te ves nerviosa.

¡Oh!

No quería dar esa impresión, anuncie con tanta determinación que era una sanadora y ahora parezco una primeriza. Estoy bien, estoy perfectamente bien.

Mi mano aprieta la de Alexis solo por un momento, si soy demasiado consciente de su presencia comenzaré a depender de él, no puedo permitir eso.

¡Puedo hacerlo!

– Majestad, mil años de gloria.

La reverencia me toma por sorpresa, Alexis vuelve a tomar mi mano.

– Ella es mi sanadora, la señorita Marjory Sheridan, desde hoy será la administradora del hospital.

Aguarda, un minuto, ¿qué dijiste?

– Asegúrense de seguir sus órdenes al pie de la letra.

¡Voy a matarlo!

– Personalmente vendré para vigilar que todo marche en orden – termina de decir y voltea a verme como si esperara una felicitación o una aprobación por el disparate que acaba de decir.

La petición de la mujer malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora