119. Marca prohibida (2)

3.3K 420 223
                                    

– Es raro que vengas a verme.

En su estudio recibía visitas muy a menudo, pero no de Julia Ágata, hija del ama de llaves de la Marquesa Morgana y amiga de Marjory.

– ¿Cuál es el asunto tan importante que quieres tratar?

– Primero que nada – se acercó para hablar en voz muy baja en caso de que hubiera alguien escuchando – lo considero un hombre muy inteligente que entiende el alto costo que significaría aprovecharse de mi señora y perder su confianza por un momento de placer. También he ignorado los piquetes de mosco que misteriosamente aparecen en sus hombros por las mañanas y que desaparecen en un par de horas.

Lo decía como si hubiera ocurrido cada mañana y solo fueron un par de eventos aleatorios.

– Hace cuatro meses cuando esa persona – se refirió a la Marquesa Morgana – conoció a la señora Sheridan, no confiaba en ella, una sanadora que juró curarla, usted sabe que ella no cree cuentos, así que la interrogó, ella y mi madre pensaron que la señora podía ser una espía, ya fuera que lo supiera o no, pero..., entre más la interrogaban, más se dieron cuenta, la señora Sheridan ella..., no tiene consciencia de muchas cosas, su madre la crío en una jaula y tiró la llave, si saliera sola al mercado se perdería, nunca ha tenido que cocinar o manejar dinero, no porque haya sido cuidada, el maltrato que sufrió fue de otro tipo y su mayor defecto, es que confía en todas las personas.

Alexis lo sabía, de otra forma él no habría tomado ventaja de tantas aperturas, eso mismo lo molestaba, no quería que ella fuera de esa forma con otra persona.

– Ese mismo día descubrimos que en la generación pasada, el sacerdote no pudo identificar a la Santa porque la señal no se presentó – señaló su frente mientras lo decía – una marca resplandeciente con la forma de un diamante.

La sonrisa de Alexis desapareció.

La primera vez que vio un atisbo de esa marca fue cuando le prometió que la cuidaría o la ira de la diosa Ameritia caería sobre él, en ese entonces pensó que lo había imaginado, la segunda vez fue en el carruaje rumbo al campamento, más tarde cuando regresaba del hospital asustada y se sentó a mirar el cielo la marca reapareció, la vio una vez más en el jardín durante su cita y cuando regresó de Barbaros esa mañana, en cada ocasión una nueva línea se agregaba y lo que parecía un efecto de luz o un pendiente oculto entre su cabello se reveló como una marca en forma de diamante.

El significado detrás de esa marca.

¡La Santa!

Su presión bajó.

¡Marjory era la Santa de Undra!

Sus manos se apoyaron sobre el escritorio, su pecho se oprimió – ¿quién más lo sabe?

– Solo unos cuantos sirvientes, todos de confianza, perderían las cuatro extremidades antes de revelarlo.

Alexis sabía que el poder de Marjory excedía los registros que se tenían de las sanadoras y que sus habilidades eran muy especiales, pero no sabía que la situación llegaba a ese punto. Alzó la vista hacia Ágata – ¿por qué me lo estás diciendo?

– Ella no lo sabe y hemos pasado por muchas complicaciones para ocultárselo, antes la marca aparecía cada vez que bebía agua bendita, fuimos muy cuidadosos al dársela estando a su alrededor, en una habitación cerrada y eliminamos todos los espejos para evitar que ella lo descubriera, probamos peinándola con fleco y sí nada funciona la convencemos de usar un sombrero, también tomamos medidas para la fragancia floral que emite cuando sana, conseguimos perfumes, cremas y jabones para que pase desapercibido y modificamos la cantidad de agua bendita esperando que no apareciera, pero – apretó los labios – últimamente aparece todo el tiempo y no le hemos dado agua bendita en semanas, ya no sabemos qué hacer.

Los labios de Alexis se entreabrieron sin llegar a decir una sola palabra.

– Tenemos algunas teorías sobre por qué aparece, pero todas fueron refutadas, no depende del clima o de la cantidad de trabajo, no responde a una situación en específico o a un evento, excepto, por usted, últimamente, cuando habla de usted, la marca aparece.

¿Qué significaba?

– Cuando conocimos a la señora, ella era muy diferente, una sirvienta le dio té con agua hirviendo, yo tiré el té sobre ella para regañarla y mi señora corrió a sanarla, su personalidad era de ese modo, no mira a las personas que sana, es igual si son amigos, desconocidos, aliados o enemigos, si la hubieran apuñalado y su atacante se cortara con el cuchillo, ella se disculparía y lo sanaría. Actualmente está aprendiendo a ser egoísta y pensar en sí misma antes que en los demás, pero en aquel tiempo, temíamos lo que hiciera sí se enteraba.

Era entendible y él estaba de acuerdo, la Marjory de ese entonces, era muy diferente.

Pero.

¿Había cambiado tanto?

Se sentó para recuperar el aliento.

– Hasta que sea seguro, le pedimos su ayuda, como no tenemos forma de saber cuándo aparecerá la marca, la mantenemos cubierta en todo momento, pero no podemos seguirla por siempre. También debo mencionarle, si la Santa no está presente en el templo para la ceremonia de purificación, el reino arderá.

– Sé lo que tengo que hacer – se cubrió el rostro – vete.

Ágata hizo una reverencia sin olvidar que tuvo una conversación con el rey de Tiara y dejó la habitación.

Dentro, Alexis miró el techo por un largo tiempo y de pronto, se levantó para tirar todos los documentos que estaban sobre el escritorio.

¡La Santa!

¡La maldita Santa!

Ya estaba preparado para hacer un trato con el templo e intercambiar a Marjory por el elixir que su tía le dio, o cualquier cosa que igualara el precio, si eso no funcionaba usaría la información del Archiduque Enebra o se tomaría el tiempo para intentar descubrir lo sucedido con Alma Silas, sabía que el templo tenía cadáveres en el patio trasero, bastaba con escarbar un poco y encontraría la prueba que el templo no podría dejar ir, en ese momento el supremo sacerdote no dudaría en sacrificar a una sanadora para salvar su trasero.

Pero ahora todo había cambiado.

Undra jamás dejaría ir a su Santa, el precio no importaba, se trataba de la base de su religión, una vez que lo descubrieran la secuestrarían y la recluirían en el templo.

Él jamás volvería a verla.

Golpeó la mesa con sus nudillos dejando un rastro de sangre sobre la madera.

Nadie podía descubrirlo, esa información debía mantenerse oculta hasta que él lo resolviera.

Ágata mencionó que, si Marjory no estaba presente en el templo para la ceremonia de purificación, el reino de Undra ardería.

– Bien – sonrió de forma siniestra – que arda, que todos mueran.

Marjory era suya.

Nunca la entregaría.

*****

Este fue un muy largo día.

– Señora, su sombrero.

– ¿Estoy obligada a usarlo?

Ágata sigue manteniendo el sombrero delante de mí – pienso que se le ve muy bien.

Alguien toma el sombrero y lo gira con su mano, es Alexis – yo creo que es muy grande para ti, entonces, ¿terminaste de esconderte?

– Todavía puedo esconderme otro rato


La petición de la mujer malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora