72. Visitando el templo (3)

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De nuevo en el templo, otro vestido, otra sesión de maquillaje, otra lección de etiqueta y otro pañuelo porque el anterior se lo di a Alexis.

Otra semana.

– La señorita Kayla llegó esta mañana y el señor la despidió casi de inmediato, me parece que gritó algo a su lado de la mansión y Sir Evans la echó de la casa.

Es la segunda vez.

– Ágata, ¿no te parece que el General ha estado un poco raro?

No hemos discutido en tres semanas, él solía acusarme cada semana de algún crimen atroz que solo yo podría concebir y en estos días ha estado muy

– Tranquilo.

Ágata desvía la vista de los libros para mirarme – ha pasado mucho tiempo fuera de casa para reunirse con el Duque Daigo, quizá ha estado muy ocupado, escuché por Susana de las otras empleadas que el Duque lo está reentrenando sobre cómo llevar las cuentas, cómo tratar a sus subordinados, qué actitud tomar con sus superiores y de qué forma desenvolverse entre los nobles, y usted, no ha hecho algo que pueda llamar la atención.

– Es bueno saberlo, la próxima vez, podrías decirle a Susana que me informe.

– ¡Oh!, lo siento mucho.

– No te disculpes – pero es un poco cruel ser olvidada.

Elizabeth y la princesa Lucia están en exámenes, y Patrick está en cuarentena en preparación para su unción en el sacerdocio, la mansión ha estado tranquila.

Podría pensar que es la calma antes de la tormenta.

Si, eso debe ser.

*****

– Todo está bien, Marquesa, su embarazo está en orden.

Ella sonríe al retirar su mano y la lleva a su vientre ligeramente abultado, quiero suponer que el gesto en su rostro es de felicidad, eso o ya estoy alucinando, la Marquesa, no sonríe.

– Supe que te encontraste con Alexis.

Calosfríos.

Necesito sellar mis labios, ella podría referirse a la noche en la que entró a mi habitación o a nuestro encuentro en el palacio, tengo que esperar a que ella lo diga.

Sus manos toman una taza de té y bebe ligeramente, sí pongo mucha atención puedo darme cuenta de que solo le dio un sorbo.

– No has respondido!

– Fue, un encuentro muy breve, no fue algo importante – desvió la mirada, no estoy temblando, el castillo de la Marquesa es muy frío por las piedras y la humedad.

Su mirada inquisidora parece ver a través de mi evasión.

– Dime Marjory, ¿qué piensas de Alexis?

– Pienso que es un espíritu libre, sonríe cuando quiere hacerlo, salta cuando le apetece, pareciera que no hay barreras o bloqueos hacia donde corre y es un poco arrebatado, es normal para su edad, pero me preocupa que se meta en problemas por ello, es, un chico muy honesto, no quisiera que eso cambiara.

Volteó a verla y ella tiene una expresión confusa que nunca había visto antes – eso es, interesante, ¿y qué sientes hacia él?, ¿qué sentimiento te inspira?

Alexis

– Envidia.

Si Alexis hubiera sido embaucado para casarse, él no lo habría hecho, tampoco habría seguido las órdenes que le dieron ni sería un esposo obediente capaz de todo para complacer a su familia e intentar conseguir su aprobación.

La petición de la mujer malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora