86. ¿Quién es el rey Diaval? (3)

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Ya es tiempo.

Con motivo de la carta que recibimos, Tristán irá al campamento militar para intentar averiguar lo que está pasando, por los comunicados sabemos que el rey Diaval ya inició su ataque y que tiene a sus tropas en nuestro lado de la frontera, en cualquier momento un carruaje vendrá por mí.

Tristán sube a mi habitación y como siempre, frunce el entrecejo al mirarme.

– ¡Qué tengas un buen viaje!

– Lo diré una sola vez, no tienes permitido lastimar a Rubí.

Así que esa era su razón para encontrarse conmigo antes del viaje, en todo el tiempo que ella lleva con nosotros, jamás la dañe, ¿qué tengo que hacer para demostrarle que no soy un monstruo? – le asignaré un guardia para que la cuide en todo momento, también veré que haya sirvientes personales que la atiendan, no te preocupes, cuidaré de ella.

– Solo mantente alejada, te dije que era un mal necesario, necesitas contenerte.

– Lo haré, pero me gustaría que me tuvieras un poco de consideración, es frustrante tener un esposo que no puede cumplir la más simple de las peticiones.

– ¿Qué es lo que quieres?

– Ninguno respondió mi pregunta, ¿qué clase de persona es el rey Diaval?, ¿qué intereses tiene?, o, ¿por qué le declaró la guerra a Barbaros?

– No necesita tener razones, es un rey sin experiencia que piensa que todo lo puede resolver con su espada y el Duque no quería decírtelo porque intenta protegerte - se sienta en el sillón que está junto al escritorio – siempre hemos tenido conflictos con Barbaros y para evitar cualquier altercado hay un puesto de vigilancia en la frontera, sirve para mantener la paz, hasta que ese bastardo llegó, lanzó un ataque, refugió a sus hombres en uno de nuestros campamentos abandonados y ahora parece que fuimos sus aliados desde el comienzo.

– Y no ayudó que Isabela lo bendijera.

– Fue él quien preparó esa situación para no dejarnos otra salida.

Por supuesto, mi prima no es responsable y se ve que está muy molesto – ¿hay forma de evitar que yo vaya al campamento de Tiara?

– Lo dudo, vendré en un par de días o enviaré a alguien por ti cuando sepa en dónde estarás, hasta entonces deja que el mayordomo se encargue, trata de no cometer alguna locura.

*****

Lo veo irse a través de la ventana, sé que esto podría ser un error, pero me niego a quedarme sentada mientras la casa en la que vivo se cae a pedazos – Ágata, llama a todos.

Esa orden se limita a las personas que trabajan para mí, Ignacio Lionel, Sir Claude Evans, Maurice Elan, Casandra y Susana Meridian y por supuesto Julia Ágata.

– A partir de ahora Casandra, solo tú te encargaras de mi comida, hablaré con el personal de cocina, si cualquier persona altera los ingredientes, te distrae o te envía lejos y pierdes de vista la comida, tienes mi permiso para dársela a los perros, ve en qué personas puedes confiar, pero no confíes demasiado y si alguien intenta pasar sobre ti, ven a verme, ¿quedó claro?

Me mira con la timidez y asiente – disculpe, señora, no tenemos perros.

- Sir Evans, consiga perros.

Él asiente.

- Lionel, quiero que me auxilies en las cuentas, quiero ver si los gastos que están en los libros son reales o solo existen en papel.

- Me encargaré.

– Todos ustedes, tienen prohibido acercarse a la señorita Escarlata, si ella los busca y les invita a tomar algo, digan que están ocupados, si les da un regalo, rechácenlo y sí les es posible, evítenla tanto como puedan.

La petición de la mujer malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora