Más que una mansión, el hogar del Duque Daigo es un inmenso castillo, después de cruzar el portón hay un gran tramo hasta la entrada con altos arbustos, árboles bien cuidados y jardineras, al llegar al castillo puedo ver altas torres, arcos y ventanas alargadas, es impresionante y se nota que estuvo abandonado un largo tiempo porque la vegetación reclamó una parte de las paredes.
Este lugar es demasiado para mi gusto, ni siquiera contando a los sirvientes lograremos llenar la mitad de las habitaciones.
Comparado conmigo, la señorita Escarlata luce fascinada, con la fuente en el jardín, la escultura de una ninfa, las habitaciones lujosas, el techo alto y especialmente, los adornos de oro en el interior.
No teníamos eso en la mansión a las afueras de la ciudad, sus ojos brillan tanto que se asemejan al oro que tanto mira.
Los sirvientes tienen expresiones serias, desde el mayordomo, la ama de llaves y el personal de limpieza, no hay una sola persona menos de los veinte años, la mayoría tienen por encima de cuarenta.
- Alteza, bienvenido – todos muestran una ligera reverencia a la que el Duque no presta atención.
– Él es el Barón Tristán Sigfred y su esposa la Baronesa Marjory Sheridan de Sigfred, asegúrense de obedecerlos y ser corteses, este será su nuevo hogar.
Los sirvientes nos saludan solemnemente, y la señorita Escarlata tose ruidosamente y se aferra al brazo de Tristán.
– Ella es mi mujer, Rubí Escarlata, cualquiera que la maltrate, humille o ignoré, será despedido de la mansión, sin importar quien abogue por ustedes – voltea a verme.
Desde que ella apareció no he sido más que cortes y amable, no hay razón para su advertencia.
– Es un placer servirles.
Mi habitación es linda, con un baño propio y acceso privado al jardín a través de una escalera de caracol, la cama es enorme y está cubierta por un hermoso dosel color melón que combina con las cortinas, las paredes son café caoba y la alfombra es roja con un bordado dorado, un marco de mariposas doradas adorna el mueble con espejo, los sillones lucen cómodos y hay una puerta que da al balcón con un gran árbol.
Razón por la cual elegí esta habitación.
– Es muy hermosa.
– Me alegra que sea de su agrado – me dice el mayordomo.
– ¿Cuál es su nombre?
– Soy Rómulo Gandel, cualquier cosa que necesite no dude en pedirla.
– Quiero ver el estudio.
Tristán y yo tenemos un acuerdo y sigue en vigencia, seré yo quien administre el castillo y viendo su tamaño siento un poco de miedo.
El estudio es inmenso y justo en el centro hay un gran espacio desperdiciado donde solo hay una mesa alargada rodeada de sillones, lo más importante es la gran cantidad de luz que entra por la ventana y los libreros pegados a las paredes, la silla luce cómoda, pero demasiado grande, si me siento ahí me hundiré.
– Señora, puede estar tranquila, se arreglará a los gustos del señor, no tiene por qué preocuparse.
– Está bien, pero seré yo quien la ocupe.
– ¿Disculpe?
– Mi esposo y yo lo acordamos, puede hablarlo con el Duque si tiene alguna queja, así que déjela como está – supongo que no fui lo bastante clara o está demasiado sorprendido para responder, sucede que me da pereza mover los muebles – puede retirarse.
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La petición de la mujer malvada
RomanceTítulo: La petición de la mujer malvada Historia original Actualizaciones Martes y Viernes - Majestad le pido que me conceda el divorcio. La mujer con corazón de hielo que robó el novio de su hermana, le provocó un aborto a la amante de su marido y...