112. Rubí Escarlata (3)

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La puerta se abrió y Tristán entró a la habitación, el comandante Bastián le hizo una seña para que se sentara y dejó el informe sobre la mesa – te di la orden de encargarte de la prostituta que vivía en tu casa y arreglarte con tu esposa, ¿cómo va eso?

¿Cómo iba?

Difícilmente habría algún avance, Tristán lo olvidó por completo y pasó los últimos días molesto por la expulsión de Bela, se limitó a escribirle una carta al Duque para que corriera a Rubí.

– Me encargué de la mujer que vivía en mi casa, respecto a lo demás, no he podido arreglarlo.

– ¿Y cuándo planeas hacerlo?

Tristán tragó saliva, las ordenes de su comandante eran muy importantes, no podía dar una respuesta ambigua – estoy trabajando en ello.

– Es perfecto, ¿de qué forma estás trabajando?, ¿cuál es el plan?, si es que siquiera tienes uno – alzó la voz.

– Estoy trabajando en ello – fue todo lo que pudo responder.

– Si te falta motivación – empujó una carpeta – puedo decirte que ya hay otro hombre mucho más motivado.

El rumor de Marjory Sheridan siendo la amante del rey fue tomado como un asunto sin importancia, era de esperar que el rey Diaval fuera amable con la mujer que sanaba a sus hombres y la tomara como una ventaja militar, pero cuando los siguientes informes llegaron mencionando la cantidad de veces que Marjory lo visitaba o el hecho de que el rey iba sin falta cada tarde por ella al hospital y la actitud que los soldados tenían con ella, se volvía un asunto serio.

Especialmente la última noticia sobre una reunión, cena o lo que se podría llamar, ¡cita!, a la luz de las velas que el rey preparó especialmente para ella.

¡Se estaba robando una sanadora en sus propias narices!, y si el matrimonio Sigfred fuera sólido, ese no sería un problema.

– Estuve ocupado con las formas por la visita de la Santa, no sabía sobre esto.

– Es grato para mí saber que mientras sigues con la cabeza enterrada en protocolos, el rey Diaval no ha perdido el tiempo, te dije lo importante que era tenerla de nuestro lado, la información que podríamos obtener, ¿en qué idioma tengo que hablarte?

Las manos de Tristán apretaron el informe.

– Somos el reino de las sanadoras y es el campamento de Tiara quien tiene a la más sobresaliente y yo no puedo enviar por más sanadoras porque a todas les dio por casase y embarazarse justo en estas fechas para joderme la vida – gritó.

La decisión de las sanadoras por iniciar vidas maritales no estaba relacionada con la declaración de guerra del rey Diaval, pero se sentía como un complot que arruinaba su vida.

– Necesitamos a tu esposa de nuestro lado, lo que significa que necesito que vayas al campamento de Tiara y te comportes como su esposo.

La mirada de Tristán denotó la indignación que sentía – no necesitaríamos a mi esposa si usted no hubiera enviado a Bela lejos, solo con ella tendríamos a todos los enfermos sanados, ¿por qué la apartó?

El comandante se dejó caer sobre su asiento y buscó una pipa para fumar un poco o tendría un derrame cerebral, encendió la pipa y dio una bocanada para relajarse – la Duquesa Bastián fue enviada de vuelta por seguridad y sobre su capacidad de sanación no es más impresionante que la de un ratón.

– ¿De qué está hablando?

– ¿Ella no te lo dijo? – se burló – Bela Sheridan fue maldecida por la diosa desde su nacimiento, si sana a más de cincuenta personas en un mismo día se desmaya, por eso la envíe lejos, antes de que se haga daño a sí misma.

– ¿Eso no es posible?, yo la vi sanando a un gran número de personas cuando solo era una niña.

El comandante Bastián se concentró en su pipa – si quieres discutirlo con ella, debe estar en la ciudad de Grimilla.

– ¿Ella todavía está en la frontera?

– Hotel Orquídea, una vez que arregles ese asunto, necesito que vayas al campamento de Tiara y te arregles con tu esposa, o te enviaré a los establos donde por lo menos me serás útil en algo.

Tristán dejo la habitación muy de prisa y buscó un caballo para ir a la ciudad de Grimilla y encontrarse con Bela.

Al ir por su caballo se encontró con Darlian, su confiable asistente que se frotaba las manos y lucía muy nervioso – señor, tenemos problemas, es la señorita Escarlata, está arriba.

– ¿Por qué la dejaste pasar?

– No tuve alternativa, está gritando y sangrando, no iba a dejarla desangrarse en el piso.

Justo en ese momento debía encargarse de esa complicación, subió con desgana y se encontró con la mujer de cabello rojizo tendida sobre el sillón sosteniendo su vientre – mi bebe, duele, salva a mi bebe, es también tu hijo, tienes que salvarlo – se aseguró de decirlo en voz alta.

Tristán resopló – ve por un médico o una sanadora, la que sea más discreta – se aparó de Rubí y se recargó en la pared para mirarla – si estás embarazada no debiste salir y arriesgarte.

– Tenía que hacerlo – se quejó del dolor – pensé que la Baronesa me ayudaría, ¡ah!, duele mucho, ella dijo que este bebe jamás nacería, nuestro hijo, ¿qué haré si le hizo daño?

Si el embarazo terminaba abruptamente, Tristán no lo lamentaría, por el contrario, hasta consideraría agradecerle a Marjory por resolver ese problema en su nombre.

– Ayúdame – su tez comenzaba a volverse blanca y perdía fuerzas por la pérdida de sangre, se dejó caer en el sillón y su brazo derecho cayó inerte sobre un lado del sillón.

El embarazo, así como muchas cosas en su vida era un acto, pero no la sangre, esa era muy real, un efecto secundario de la droga que tomó y la razón por la cual su venta estaba prohibida.

Si no recibía atención médica pronto, moriría.

– Señor, traté de traer a una sanadora y una de ellas me mostró un moretón en su brazo y luego me echó, traje a un médico.

El hombre anciano ignoró a ambos hombres y corrió a atender a la paciente.

Tristán y Darlian salieron de la habitación – ¿qué moretón?

– Tampoco lo entendí, una de ellas tiene un moretón en el brazo, dijo que usted lo hizo, señor, no tocó a una sanadora, ¿cierto?

Lo hizo, fue un accidente, pero, sujetaba a Marjory de la misma forma todo el tiempo y ella jamás tuvo moretones.


La petición de la mujer malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora