– ¿Por qué?
Es una pregunta sin respuesta y todavía soy capaz de hacerla, tal vez porque no puedo resistirlo.
– Llegaste tarde, sí fuera tú trataría de llegar a tiempo en lugar de hacer que las criadas pasen un mal rato.
– No, ¿por qué me está haciendo esto?, llegar en una carreta, dejarme afuera en la lluvia, negarme la comida, decirles a los sirvientes que mientan, ¿por qué lo está haciendo?
La señora Sigfred toma un poco más de agua y gira la cabeza para mirarme – ¿me estás amenazando?
¿Qué?, no.
– Escuche que le contaste a mi hijo todas esas tonterías para que corriera a las criadas que te cayeron mal, ¿qué fue lo que pensaste?, que Lucía era muy hermosa e iba a quitarte a tu marido, ten un poco de decoro, es vergonzoso tenerte en la familia.
– ¿De qué está hablando? – me levanto sin poder creer lo que estoy escuchando – usted sabe que no fue mentira, todas esas cosas pasaron.
– ¿Tienes pruebas?
No, no las tengo.
– Eso supuse – se limpia la comisura de la boca con una servilleta – si me disculpas iré a terminar algunos asuntos, algunas personas en esta mansión tenemos otras cosas que hacer además de inventar historias para sembrar discordia en la familia.
Sin darme cuenta de lo que estoy haciendo sujeto su muñeca para detenerla de la misma forma en la que ella detuvo mi mano para evitar que yo le dijera algo al General.
Golpe.
Mi mejilla arde.
– No te atrevas a tocarme – me empuja lanzándome contra la mesa – pensé demasiado bien de ti, pensar que tendrías el descaro de hacerme daño – trata su muñeca como si la hubiera tocado algo asqueroso.
Si lloro ahora, lloraré el resto de mi vida.
– Debería enviarte a tu habitación como castigo, ¿quién te crees que eres? – se aleja dejándome sola.
Odio este lugar, en verdad lo odio.
Estoy sola en la mesa y en toda la mansión, los sirvientes se van uno tras otro dejándome por completo sola, ya no puedo soportarlo.
– Amelia – grito, pero no puedo verla – Amelia – miro a una de las sirvientas – estoy buscando a Amelia, ¿dónde está?
– No lo sé, tal vez su madre lo sepa.
– ¿Dónde puedo encontrarla?
– Es la asistente de la señora Sigfred, debe estar arriba.
– Ya no importa, me conoces ¿cierto?, soy la esposa del General, ve a la cocina y dile que sigo esperando mi comida, que la traigan pronto – no, si hago eso me quedaré esperando otra media hora – pensándolo bien, no es necesario que lo hagas.
Sé dónde está la cocina, es el primer lugar que visité en la mansión, no tengo problemas en llegar y encuentro a los sirvientes aglomerados en una mesa comiendo y riendo.
Esto raya en lo ridículo.
– Señorita Sheridan, ¿qué la trae por aquí?
– Mi plato jamás fue servido, tuve que venir en persona.
Todos intercambian miradas y uno de ellos finalmente me responde – una disculpa, pensamos que ya no iba a comer.
– ¿Qué más pensaron?, ¿qué soy un fantasma y sobrevivo de aire?, ¿por qué no querría comer?, mi plato – miro alrededor y solo encuentro cacerolas, ni siquiera quiero saber si alguien se tomó la molestia de prepararme algo – en esta casa viven cinco personas además de la servidumbre, desayuno, comida y cena, tendrán que preparar cinco platillos en cada ocasión, si no son capaces de una hazaña tan grande, tendré que despedirlos a todos.
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La petición de la mujer malvada
RomanceTítulo: La petición de la mujer malvada Historia original Actualizaciones Martes y Viernes - Majestad le pido que me conceda el divorcio. La mujer con corazón de hielo que robó el novio de su hermana, le provocó un aborto a la amante de su marido y...