66. Ceremonia (2)

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¡Perfecta!

Dulce y hermosa usando un largo vestido rosa con bordados blancos y una capa de sacerdotisa, acompañada del Duque Bastián, con el cabello recogido, maquillaje ligero y una bella sonrisa.

Esa mujer es la Santa.

Me habría gustado tanto no nacer en la misma familia que ella.

Las personas se aglomeran, Elizabeth y yo retrocedemos, no necesitamos estar más cerca, tampoco llamar la atención en demasía, esto es un compromiso, pondrán una línea sobre mi nombre por asistencia y podré irme.

Yo no quiero

Llamar la atención

Por favor no vengas

– Marjory, ¡estás aquí!

Mi piel se siente fría cada vez que ella me abraza.

– Pensé que estarías molesta, estoy tan feliz de que pudieras venir, cuando vi a Tristán llegar solo, me preocupé.

¿Es necesario decir que llegué sola?

– Pero estás aquí, ¡estoy tan feliz!, tengo tanto que contarte, más tarde tienes que subir, yo, extraño mucho tener una hermana, ¿tienes tiempo?

Llorará si no le digo que sí, solo me resta sonreír y asentir – por supuesto, también me da gusto verte, nada me haría más feliz que poder platicar contigo.

Sus ojos se iluminan y junta sus manos, se ve tan feliz, cualquiera diría que la he estado ignorando.

Afortunadamente no tengo que seguir con esta conversación, mi madre está aquí y es obvio que no es a mí a quien viene a buscar.

– Bela, cariño, no podemos retrasar la ceremonia – toma la mano de Isabela para llevarla – Marjory, tú también vienes.

¿Yo?, ¿por qué? – estoy bien aquí, tengo una buena vista.

– No seas tonta, la familia tiene un lugar especial, Elizabeth, tus padres te están esperando, si no se dan prisa, retrasarán la ceremonia.

¡Qué remedio!

Veo a Elizabeth meter todo el chocolate de sus manos en la boca y caminar conmigo, la sección de mi familia es reconocible, a un paso de la estatua de las tres hijas de la Santa.

Purificación, Bendición y Sanación.

Tres mujeres enviadas a curar y fortalecer los reinos en la tierra.

Estas ceremonias siempre me parecieron cansadas y me producen sueño.

Isabela está acompañada del Duque Bastián cuyo color de piel ya puede considerarse humano, el sacerdote de la iglesia está en el otro extremo cargando una lámpara de incienso.

Bajamos la cabeza en señal de respeto, rezamos y una manta cae mostrando las esculturas de tres mujeres, la primera tiene el cabello largo y lacio, y las manos entrelazadas, la segunda tiene el cabello recogido y una mano extendida hacia el frente, la tercera tiene el cabello ondulado y ambas manos extendidas.

Las tres llevan ropa de sacerdotisas y apuntan a tres direcciones diferentes, este, oeste y sur, en el espacio que apunta al norte se encuentra una cruz.

Es una estatua muy hermosa, especialmente en los rostros, cada una lleva un velo y una corona, no se pueden ver los ojos, pero cada rasgo está ahí, cubierto por un velo que cae hasta sus hombros.

Cada detalle de la organización es perfecto, a mi madre le gusta que las cosas se manejen de esa forma y ahora que la estatua fue develada, ¿ya puedo irme?

La petición de la mujer malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora