26 Señora Sigfred (2)

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No pude dormir, siento que mis ojeras tienen ojeras.

– Señora Sigfred, tiene correspondencia.

– Muchas gracias – no he recibido correspondencia en meses, casi me hace dudar sobre el remitente – Elizabeth Silas.

Debí saberlo, la única persona que pensaría en mí lo suficiente para escribirme, mi prima Elizabeth.

*****

Marjory, ¿cómo has estado?

El otro día fui a tu casa y la Condesa echaba chispas por los ojos, ¿qué hiciste para ponerla así?, lo que sea, ¡bien por ti!

Fue tan grandioso, ni siquiera Bela pudo calmarla, yo me habría muerto de la risa, pero el idiota de Patrick me pisó y casi termine llorando, ¡como sea!

Me estoy preparando para la ceremonia, ya sabes, es el día grande de la familia, tengo un nuevo vestido blanco para guardarlo en mi armario de ropa blanca, ¡hurra!

No quiero decir esto, mi tía me pidió que te escribiera, quiere que recuerdes asistir a la ceremonia, si no vas causarás un desequilibrio en la energía y el aura de algo que no recuerdo, te llamo egoísta como veinte veces y a mí me gritó otras veinte para dejarlo muy en claro, sé que no tengo derecho a pedírtelo, pero si no vas, el techo de la iglesia se caerá, al menos para mi tía.

Posdata ¿Recibes noticias del General Sigfred?

Si es así, no lo tomes como algo personal, Bela no lo hace a propósito, a veces siento que la han protegido tanto que le llenaron la cabeza de humo y por eso se comporta de esa forma.

Con cariño ¡Liz!

*****

¿Qué quiere decir?, ¿qué es lo que Bela no hizo a propósito?

Quiero preguntar, pero si lo hago dejaré en claro que no recibo cartas de mi esposo y existe la posibilidad de que Elizabeth tenga que llevarle la carta a mi madre.

No puedo arriesgarme.

De prisa escribo que asistiré a la ceremonia y llevaré un vestido blanco como es la costumbre.

Desde que era pequeña la ceremonia de purificación ha sido un día muy importante, para mi madre, más que su cumpleaños, su aniversario de bodas o el cumpleaños de Bela, el día de la purificación es como la culminación de su vida, nada puede salir mal.

Mis manos tiemblan.

Cuando tenía ocho años uno de mis primos me empujo mientras regresaba de los contenedores de agua bendita y caí sobre un jarrón antiguo, el jarrón cayó al suelo rompiéndose y yo me lastimé las manos, sangraban sobre el suelo y mis ojos se llenaron de lágrimas.

Mi madre lo vio, miró mis manos y a continuación miró el jarrón que se había roto, su rostro se llenó de odio, tomó un atizador y me golpeó en la espalda desquitando su rabia contra mí.

Si Bela no hubiera llegado, no sé qué hubiera pasado.

Si arruino su gran día, ella jamás me lo perdonará.

No importa, solo es un día en la iglesia, una tarde rezando, lo he hecho desde que tengo tres años, puedo hacerlo una vez más, termino la carta y la regreso para que sea enviada.

Me preocupa un poco lo que escribió sobre Bela.

Ah llegado el momento, los tres días que le prometí a la Marquesa ya pasaron, mi destino depende de su embarazo, respiro profundamente y tomo su mano.

La petición de la mujer malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora