17. Marquesa Morgana (3)

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Mi ventana apunta al norte, cuando despierto no hay aves trinando ni el sonido del viento, solo una hermosa tranquilidad, es perfecta.

Ya hace un mes que el General se fue, pero envía cartas seguido, así que es difícil extrañarlo.

La señora Sigfred es muy amable, me compró varios vestidos nuevos muy hermosos y me estoy llevando bien con mi cuñada Kayla, la única persona a la que casi no veo es al señor Sigfred, trabajando casi todos los días y viajando seguido, es un hombre muy dedicado, el General es muy parecido a él.

Estoy bien.

Anoche vi un gato negro, ¿crees que sea un mal augurio?, lo vi pasando junto a la cerca mientras daba un paseo por el jardín y me pareció muy lindo, creo que compraré un gato.

¿Tú como estas?, no he tenido noticias tuyas, espero tu carta.

Con amor: Marjory.

– ¿Qué es todo esto del gato negro?

– Un detalle, vi un gato mientras daba un paseo, ¿debería poner que paso todo el día encerrada en mi habitación y que me da sueño todas las tardes?

La señora Sigfred se humedece los labios – no es necesario, así está bien – la dobla y la mete en un sobre con el sello de la familia Sigfred – regresa a tu habitación.

Después de mi misión en las islas, Elizabeth y yo nos volvimos más unidas, a menudo estudiábamos juntas, ella es tan diferente, tan jovial, atrevida y con una boca que nunca se detiene.

Un día leímos sobre la historia de las palomas, halcones y cuervos que han sido usados como mensajeros.

– Muy común, yo usaría un gato negro – dijo en voz alta – y no usaría mensajes, escucha, el animal que envíe será el mensaje, una paloma blanca, todo está bien, una paloma gris, advertencia, un cuervo negro, visitas, un halcón, ganamos la batalla y un gato negro, estamos en peligro, todos evacuen.

Me reí por escucharla y Patrick que tenía el lápiz balanceándose sobre su nariz rodó los ojos – eres realmente estúpida, para empezar, hay docenas de mensajes – el lápiz se le cayó – y una clave tan tonta como esa será descubierta enseguida, nuestros enemigos ya no tendrán que interceptar el mensaje, bastará con ver a la paloma o al cuervo y sabrán lo que queremos transmitir, y eso, ¿por qué estoy respondiendo a una idea tan tonta?, olvídalo, tienes suerte de que compartamos rostro o nunca te casarías.

Elizabeth se puso roja hasta las orejas – el estúpido eres tú, cuando todos estén buscando a la paloma en el cielo yo enviaré un escurridizo gato negro que pasará por debajo de todos, ya lo verás.

– Y dime, genio, ¿cómo entrenarás a un gato para que vaya de un punto a otro en lugar de irse a comer ratones?

Y ahí acabó la discusión.

Si tengo suerte y la señora Sigfred entrega la carta, Elizabeth descubrirá el mensaje, para asegurarme comencé hablando de mi gusto por las mañanas tranquilas y sin aves, Elizabeth y cualquier otra persona que me conozca sabe cuánto amo las aves.

¡Por favor!, que entregue la carta.

Han pasado siete días desde que envíe la carta, terminé de coser los vestidos, quedaron bastante bien, después de comenzar a coserlos me di cuenta de que son muy viejos, la tela se rompió con mucha facilidad y otros tenían pequeños agujeros, no los revisé correctamente, ahora parezco una muñeca de trapo remendada.

Suspiro.

Pudo ser peor.

– Señorita Sheridan, la señora Sigfred la busca, debe ir, de prisa – Amelia jala mi brazo y me saca de la habitación hacia uno de los salones.

La petición de la mujer malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora