Capítulo 95: ¡¿Cuándo empezamos?!

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Arco seis: Tambores de guerra. 



Shen observó la salida del sol desde aquel solitario lugar. Sin poder dar explicación, el joven dragón se daba cuenta que el pesar sobre su cuerpo había desaparecido casi por completo. No había pasado ni futuro, sólo el presente, el presente y la mas difícil batalla de su vida por delante. Tampoco había dolor o tristeza, sólo una extraña sensación de vacío y unas ganas de seguir adelante y terminar lo que empezó.

Regresó por la escaleras de antes y cerró la puerta del mausoleo, inclinó la cabeza con respeto y luego volteó en dirección al sur. Sabía que ahí lo esperaba la capital, el lugar donde todo comenzó y donde todo terminaría. Sonrió levemente y desplegó sus alas para volver al refugio lo más rápido posible. Al llegar Min-Ha ya lo esperaba impaciente junto con Tse-Tsen, ambos con los brazos cruzados y el seño fruncido.

—¿Dónde estabas? —preguntó con molestia —. Todo estaban preocupados.

—Una disculpa —respondió Shen muy amablemente —. ¿Qué hay para desayunar?

Min-Ha quedó petrificado al acercarse a Shen, la imponente presencia del dragón lo obligó a tragar saliva cuál niño asustado. Él no era capaz de percibir emociones o deseos en Shen, sólo podía sentir un enorme y llano poder creciendo en su interior. ¿A dónde se había ido toda esa furia y tristeza de la noche anterior?

La expresión de Shen era alegre, serena y pacífica, sólo sus ojos eran diferentes, habían perdido todo su brillo y no quedaba ni un rastro de emoción en ellos. Min-Ha ya antes habían visto esos ojos, en cuerpos inertes luego de la batalla, carentes de todo rastro de vida o alma alguna. ¿Qué le había ocurrido a Shen para quedar así? ¿Cómo es que alguien acaba en ese estado tan rápido? Sea cuál sea la razón, Min-Ha solo podía estar seguro de algo, Shen se había vuelto un muerto viviente.

—¿Te sientes bien Shen-Lee? —preguntó temeroso.

—¡De maravilla amigo! Nunca he estado mejor —se apresuró a responder.

Por breves instantes el miedo dentro de Min-Ha salió a flote y por primera vez se alegró de estar en el mismo bando que Shen. Al aclarar su mente comprendió lo que ocurría, su miedo provenía directamente de su instinto de supervivencia, ya que incluso para un guerrero experimentado del nivel de Min-Ha, Shen resultaba peligroso con sólo estar cerca. Comparable a una fuerza de la naturaleza, un desastre que no se puede evitar, un volcán a punto de hacer erupción o un huracán tocando tierra, algo que no se puede detener con las manos y sólo se puede esperar sobrevivir.

Chan-Lee dijo alguna vez que los hombres más peligrosos son aquellos que no temen a la muerte, después de todo quienes no temen a la muerte sólo pueden ser unos completos estúpidos o aquellos que ya no tienen absolutamente nada más que perder y por tanto ya no conocen límites. Ningún riesgo o sacrificio es demasiado alto, la victoria carece de sentido y sólo el paso a la otra vida puede frenarlos. Ese era Shen en esos momentos, alguien que ya había perdido absolutamente todo y por añadidura ya no temía más al fracaso.

Entraron al refugio y Shen se dirigió directamente al comedor, no tardaron mucho en traer diferente platillos y este tardó aún menos en devorar cada uno. Tse-Tsen y Fa-An no daban crédito, Shen había comido fácilmente las raciones de varias personas en unos instantes.

—¿Podrías decirle al cocinero que prepare más comida para los demás por favor Fa-An? —preguntó Min-Ha.

—¡A la orden! —respondió ella muy alegre.

—Yo tengo que revisar los suministros antes de partir —dijo Tse-Tsen algo desanimado —. Volveré después.

—Si, con cuidado —respondió Min-Ha. El silencio se prolongó una vez quedaron los dos solos —. Buen provecho.

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