Capítulo 134: ¡Por fin!

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La media noche ya había llegado para Xing, la luna estaba en su punto más alto. Elizabeth y compañía llegaron hasta una zona arrasada por la batalla. Montones de rocas se interponían en su camino y eso les hacía difícil el seguir adelante.

—¿Qué rayos pasó aquí? —preguntó Kurogane.

—¡Una batalla! —declaró Mest moviendo una roca frente a él —. Una gran batalla...

—Seguro tuvo que ver con el temblor de hace un momento... —comentó Elizabeth.

—¿Entonces alguno de nuestros padres estuvo aquí? —preguntó Chelsea curioseando por el lugar.

—Puede que si... —Mest observó los alrededores —. Tiene pinta de su trabajo.

—¡Este olor! —dijo Stinger olfateando el aire —. ¡Está cerca!

—¿Quién? —preguntó Mest.

Stinger salió corriendo a toda velocidad sin avisar, los magos se miraron los unos a los otros por un momento y luego lo siguieron. Más adelante Elizabeth también comenzó a olfatear algo.

—Yo también lo huelo... —la pelirosa cambió de dirección bruscamente —. ¡Es por aquí!

—¿A quién buscan exactamente? —preguntó Silver jadeando.

—¡Al tío Sting! —respondió en tono serio la pelirosa —. Debe estar por aquí.

Al avanzar un poco más por el sinuoso camino encontraron a Stinger, rascando en la tierra con mucha prisa y desesperación en el rostro.

—¡No! —dijo la pelirosa.

Al instante Elizabeth se unió a Stinger para ayudar y remover la tierra tan rápido como fuera posible, el grupo no comprendió lo que hacían hasta que vieron una mano asomarse a la superficie.

—¡Mierda! —exclamó Mest al tiempo que comenzaba a ayudar a los jóvenes magos.

No mucho después hallaron a Min-Ha, envolviendo a Sting con sus alas, ambos inconscientes y lastimados.

—¿Aún respiran? —preguntó Chelsea tragando saliva.

En ese momento el dragón blanco despertó sobresaltado y levantó las garras contra Mest. Le tomó unos segundos al dragón blanco reaccionar y notar que estaba en un lugar seguro.

—Se encuentran bien... —susurró Elizabeth —. ¡Que alegría!

—¿Qué pasó aquí? —preguntó Mest consternado —. ¿Cómo terminaron bajo tierra?

—Ese sujeto... —Sting tomó aire —. ¡Es un verdadero monstruo!

—¿Dónde está papá? —preguntó Skyadrum desconfiado.

—Me disculpo... —habló Min-Ha recostado —. No pude hacer más.

El mago blanco no respondió y sólo observó al chico con una mirada triste. Se levantó y lo abrazo con lágrimas en sus mejillas. Min-Ha apretó los puños y desvió la mirada.

—Lo siento... —dijo con resignación —. Lo siento mucho Skyadrum...

—No... —Skyadrum se tornó pálido —. No es cierto...

—¡Debe ser un error! —Silver negó rápidamente —. ¿Rogue? ¿El poderoso Rogue está?

—¿Cómo ocurrió? —preguntó Skyadrum —. ¿Cómo fue qué...?

Sting miró al chico un momento, luego exhaló y observó la luna sobre su cabeza y tragó saliva.

—¡Como todo un guerrero! —respondió Tsao-Lan.

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