Capítulo 92: Dos caminos.

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Tres meses habían transcurrido desde el incidente en el que Shen fue asignado como guardia personal de la princesa Ling. La mujer siempre iba y venía de un lado para el otro frente a Shen, pese a ser tan activa, su rutina diaria era bastante metódica. En ese poco tiempo el chico ya la había memorizado por completo, primero un baño caliente, luego un paseo por el jardín y cerca del medio día una taza de te antes del almuerzo. Los lunes sin falta al lago con sus hijos, el martes sesión de esgrima y un resto mas de cosas molestas para hacer, estorbando en su entrenamiento.

Shen siempre permanecía cerca de la puerta, sereno y con el oído bien alerta a cualquier tipo de situación fuera de la rutina. Algo que incomodaba bastante al chico era la costumbre que tenía la princesa de permitir a cualquier persona entrar a su habitación sin necesidad de tocar la puerta, por lo cual el pequeño dragón siempre debía estar en guardia cada vez que alguien giraba la perilla. En las raras ocasiones en que la mujer gastaba toda su energía y quedaba profundamente dormida en la cama o en alguna silla, el dragón aprovechaba para practicar su control sobre su magia de oscuridad.

Aunque su vida se había vuelto bastante ajetreada durante esas últimas semanas, el lado positivo es que ya no tenía que pasar todo su día entrenando con Da-Xiang, Ill-Po o cualquiera de sus perros falderos. En ese momento la mujer ya había ganado un puesto dentro de los guardianes con facilidad y Da-Xiang no tenía el tiempo suficiente para supervisarlo constantemente, por lo que tenía un poco más de tiempo libre.

Cierto día mientras se dirigía a la habitación de la princesa un quejido llamó su atención. Dio vuelta por el pasillo que daba hacia el jardín y pudo ver a un hombre levantando a la princesa menor como un juguete. No hacía mucho el rey había mantenido una reunión con los señores feudales así que por su aspecto uno fácilmente se daría cuenta que se trataba de uno de ellos.

—Así que está es la pequeña de la princesa —dijo el hombre riendo al ver a la niña forcejear para que la dejara —. Cada generación es más inútil que la anterior.

—¡Bájeme, bájeme ahora mismo —chilló la niña.

Shen consideró más inteligente no intervenir ya que ese día no se encontraba del todo bien y su cuerpo parecía más débil de lo normal. Dio vuelta por dónde vino para así fingir que no había visto nada, sin embargo la niña volví a chillar y el dragón se vio obligado a dar la vuelta muy a su pesar con una expresión de molestia en el rostro. Lanzó una piedra y golpeó la mano del hombre para que así soltase a la niña, mientras él ya esperaba listo para atraparla y ponerla en el suelo.

—¿Se encuentra bien princesa? —preguntó Shen.

La pequeña se limitó a asentir y contener las lágrimas, aferrándose a la cintura de Shen con miedo.

—¡Oye! —exclamó el hombre —. ¿Viste quién arrojó esa piedra niño?

—Ni idea —respondió el chico calmando a la princesa —. No vi nada desde esa dirección.

—¡Espera! —ordenó —. Tú eres el bastardo, ¿verdad? El bastardo de Yao-Lee.

Shen apretó los dientes pero hizo caso omiso a la pregunta y tomó a la princesa de la mano para salir de ahí lo más pronto posible.

—¡Mi señor te hizo una pregunta mocoso! —junto al joven señor feudal se encontraba su protector. Grande y robusto, de cejas pobladas y abundante barba.

—Tal vez necesitan que les enseñemos modales Yun-Se.

—¿Usted cree? —preguntó el gigantón.

—¡Definitivamente! Empieza por la niña, sus llantos son molestos.

El enorme sujeto avanzó a zancadas hasta donde los niños y estiró el brazo para tomar a la pequeña. Shen colocó a Mei a su espalda y se paró firme frente al hombre. Este último se burló e intentó mover al chico por la fuerza pero Shen se movió velozmente y conectó una patada que mandó a Yun-Se hasta la fuente a mitad del jardín. Volvió la mirada al otro sujeto, el cual sólo levantó las manos con una sonrisa burlona para permitir marcharse a los niños si más problemas.

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