Capítulo 78: ¿Cuál es tu nombre?

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Chelsea abrió los ojos con lentitud, cada parte de su cuerpo dolía como si la hubieran arrollado. Delante de ella estaba Shen, con mirada firme y feroz. La pelirroja se levantó rápidamente y revisó a sus compañeros.

—¿Ellos están bien? —preguntó Shen.

—S-si, sólo están inconscientes.

—¡Bien! —dijo Shen manteniendo la mirada estoica — ¿Te puedes mover?

—Creo que si —Chelsea se revisó de pies a cabeza —. Creo que estoy ilesa.

—Me alegro, sácalos de aquí. ¡Rápido!

—Bien, pero, ¿qué harás tú? —Chelsea cargó a Let y Freed en hombros sin despegar la mirada de Shen.

—Tengo que detener a este sujeto.

—Yo aún puedo pelear —interrumpió Elizabeth con esfuerzo —. Me quedaré aquí para ayudarte.

—¡No! —respondió el dragón —.. Debes ir con ellos. ¡Es una orden!

—No voy a dejarte aquí. Yo voy a... —Elizabeth cayó de rodillas por el dolor.

—Si aún tienes suficientes fuerzas llévate a Min-Ha, en cuanto despierte les indicará el camino.

—¡No voy a abandonarte aquí! —replicó la pelirosa —. No abandonas a la familia.

—No vas a abandonar a Chelsea, ella y Let están lastimados, necesitan tu ayuda más que yo.

—Promete... —Elizabeth tragó saliva —. Promete que vas a salir de aquí.

—¿De qué hablas? —Shen bufó —. Aún no puedo morir, sigo debiendo el día que te prometí.

Elizabeth miró con sorpresa a Shen, aún con la imponente imagen que tenía seguía recordando algo tan insignificante como esa promesa. Elizabeth se armó de valor, asintió y cargó a Min-Ha en su espalda.

—La próxima vez que no veamos, le contaremos papá sobre lo nuestro.

—Suena bien por mi —Shen asintió — . Ahora fuera de aquí.

Elizabeth y Chelsea salieron por el pasillo más cercano y poco después este se derrumbó a sus espaldas por un disparo por parte de Shen para impedir su regreso. El agua comenzaba a filtrarse y la paciencia de Shen-Ha ya se había acabado. El Xing long levantó una inmensa onda de fuego azulado que se acercaba rápidamente hasta donde Shen. Entonces el dragón fantasmal saltó sin miedo y arremetió contra su oponente sin vacilar.

...

Las hadas corrían por los pasillos cada vez más llenos de agua, no faltaba mucho para que se encontraran bajo ella. Después de mucho avanzar, finalmente vieron la puerta metálica que llevaba a la salida. Sólo unos metros más y lograrían escapar.

Casi a punto de llegar, del pasillo lateral apareció Chan-Lee, agotado y malherido.

—D-d-deben irse... ¡Ahora! —el viejo cayó al suelo e inmediatamente después uno de sus hombres atravesó el pasillo a toda velocidad y se estrelló contra el muro.

Las hadas percibieron algo acercándose por el pasillo, un ser como nunca habían visto, diferente a los otros, este no era un poder oscuro, no había rastro de maldad en él, era un poder simple y llanamente enorme.

—Parece que mi camino a seguir era el correcto. El dao quiere que sea así —el agua resonaba ante las grandes pisadas de Dai-Gui acercándose, como si cada una fuera una gran roca que se hundía en lo profundo —. Deberían estar agradecidos, yo les daré un muerte rápida, piadosa y sin dolor, al contrario que mis compañeros.

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