Juramento inquebrantable

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-Riddikulus!- grita un estudiante y el boggart se convierte en algo gracioso haciendo que todos estallen en carcajadas.

El chico se hace a un lado y es mi turno, sonrío a la espera de poder lograr enfrentarlo, pero poco a poco el boggart se va transformando y mi sonrisa se desvanece.

Y ahí estoy, la verdadera yo. Con el cabello castaño, más pequeña y... rota. Encerrada en aquel baño mientras las lágrimas caen sin parar.

-Riddi...

El boggart cambia rápidamente y se convierte en él, esa noche. Veo esos ojos verdes que tanto me aterran desde esa vez. Y aunque probablemente sea producto de mi imaginación, siento su fuerte agarre en mi muñeca cuando me gira.

-NO!!! Suéltame!!!- grito.

El profesor Lupin se coloca frente a mí, ocultándome del boggart, el cual se convierte rápidamente en una luna llena.

-Riddikulus!- exclama y el boggart se convierte en un globo.

Rápidamente vuelve al armario y cierra con seguro usando magia.

Siento las lágrimas descender por mi rostro y salgo corriendo, sin rumbo. Estoy cerca de la torre de astronomía y entro ahí. Me siento en un rincón y envuelvo mis piernas con mis brazos.

Elevo la mirada cuando escucho las pisadas de alguien que entra corriendo.

Draco...

Me mira y su rostro refleja preocupación, confusión. Me pongo de pie y corro hacia él, me envuelve en sus brazos mientras las lágrimas caen descontroladas por mis mejillas.

Me guía poco a poco al rincón donde estaba hace un momento, nos separamos únicamente para sentarnos pero luego me vuelve a envolver en sus brazos. Mientras yo simplemente saco todo, lo que me negué a sacar y a llorar durante cinco años, al fin sale ahora. Draco acaricia mi espalda mientras susurra que todo va a estar bien.

Cuando estoy un poco más calmada me separo de él y me dedica una mirada preocupada.

-Qué ocurrió?.- pregunta.

-No es nada... un pequeño miedo solamente.- contesto cabizbaja.

-Confía en mí. Vamos, sé que no soy la persona más confiable... pero yo también puedo ser... la cursilada de tu rincón de paz.- dice.

Río por su comentario mientras me seco las lágrimas.

-Dame tu mano.- pide.

Le doy mi mano y comienza a realizar lo que menos esperaba, un juramento inquebrantable.

-Podrás confiar en mí, y jamás traicionaré tu confianza. Si algo de lo que me digas, sale de mi boca, moriré. Lo juro.

Termina el hechizo y lo miro boquiabierta.

-Por... Por qué lo hiciste?!

-Porque eres la única persona que ha visto a través de mi fachada. Así que, pienso devolverte el favor.- bromea.

Suelto un largo suspiro y un nudo se forma en mi garganta.

-Yo no pertenezco aquí... vengo de otra realidad.- confieso.

-Disculpa?

-Vengo de un mundo diferente. Y... yo solo quería ser feliz. Así que, investigué la forma de 'cambiar' y vine aquí.

-Entonces... los Weasley... tus recuerdos... todo.- comienza.

-No es real. Yo lo pedí así. Pedí recuerdos bonitos, una familia que me amara.

Su cara es de confusión pura pero sigue escuchándome.

-Quieres saber toda la historia?- pregunto.

Asiente.

-Cuando era una niña, mis padres se separaron. Mi madre se volvió a casar y... tuvo dos hijos más. Papá no tuvo pareja, al menos no una estable durante años. Mamá creyó que por ser mayor, ya no necesitaba de ella, y solo se enfocaba en mis hermanos. Papá únicamente se enfocaba en el trabajo. Yo estaba sola, siempre, la única persona que estaba conmigo era mi abuela. Mis padres me exigían mucho, siempre debía ser la mejor, en todo. Y si fallaba, lo lamentaba.- las lágrimas empiezan a caer.

Draco se da cuenta y me atrae hacia él.

-Siempre me esforzaba demasiado, hasta demás! Y nunca lograba tenerlos satisfechos. Siempre visitaba a papá y él a mí. Pero cuando tenía trece años, tuve vacaciones del colegio y fui con él y con mi familia...- el nudo en mi garganta se hace aún más fuerte.- esa noche, papá intentó abusar de mí.

Siento como Draco se tensa cuando lo digo y me atrae más hacia él.

-Yo... era una niña, le pedía que parara mientras las lágrimas corrían por mi rostro, le suplique que parara. Y no lo hizo. Salí corriendo y me encerré en el baño. Pensé que el lugar seguro sería ir a la habitación de mi tía y mi otra abuela. Pero papá me obligó a regresar a la habitación cuando estaba frente a la de ellas. Él estaba demasiado borracho, luego reaccionó y... y me pidió perdón. Pero ya nada era igual. Estaba aterrada.

El puño de Draco se cierra frente a mí y su respiración se vuelve más rápida de lo normal.

-Salió y siguió tomando, hasta que fui por él y lo llevé a dormir. Le dije que lo perdonaba.

-Por qué?- pregunta enojado.

-Porque no podía dejar que siguiera haciéndose daño. Pasaron meses en los que estuve callada, hasta que se lo conté a mi abuela. Mi mamá lo enfrentó y... no lo vi durante un año. Yo lo extrañaba y... en una ocasión, cuando el fue a donde yo vivía. Fui a verlo. Y todo comenzó a ser 'normal'. Papá siempre me exigió mucho, aún más que mamá, debía ser la niña perfecta. No comer dulces, no jugar, solo estudiar y ser la mejor, entre otras cosas. Me cerré a todo el mundo, y no volví a ser la misma. Mi madre siempre decía que era la menos afectuosa de sus hijos, y papá me reclamaba mi falta de interés y amor hacia él. Era igual que tú, era ruda, me mostraba mala, para que nadie viera...

-Que estabas rota.- termina por mí.

Asiento y me acurruco en su pecho.

-Veniste aquí para ser feliz, no?

Asiento sin entender.

-Ya no quiero nuestra no amistad. Acaba aquí.- afirma y mi corazón se contrae.

-Seré tu mejor amigo. Y... aunque sé que soy un idiota la mayoría de las veces. Te juro que te haré feliz y no dejaré que nadie te haga daño... no de nuevo.- afirma.

Mis ojos se cristalizan y lo abrazo.

Venía a ayudarlo y resultó que ambos necesitábamos del otro.

-Ya no llores, tienes empapado mi uniforme.- dice provocando la risa de ambos.

De mi realidad a la tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora