Cap 13;

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- No importa. - respondió la menor sacando a la castaña de su mundo de gloria. - De todas maneras, no me gustaría arruinar tu belleza. - le regaló una sonrisa burlona dándole la espalda, mientras ella se dirigía al comedor dónde se encontró con su padre quien desayunaba. - Otro dolor de cabeza. - susurró caminando de largo sin ver al mayor.

- T/N, buenos días. - sonrió el rey para ser ignorado por su hija. - ¿No vas a comer? - pregunto pero aun asi, fue ignorado.

- Señorita. - saludo la  señora Pony quien entraba al comedor, viendo que la joven se acercaba a ella continuo. - Buenos días. - sonrió dulcemente.

- Muy buenos días, señora Pony. - saludo abrazando a la anciana y dandole un beso en la frente.

- ¿No va a comer, señorita? - pregunto la anciana ofreciéndole unos panesillos que ella llevaba en una bandeja, la joven con gusto tomo dos mordiendo uno. - Si busca al joven Neil, él y el joven Tom están en los establos. - informo.

- Muchas gracias, señora Pony. Ay por Dios ¡estos panesillos están divinos! - exclamó alegre, la anciana sonriendo. - Me voy. - le dió otro beso a la viejita para salir corriendo del castillo en dirección a los establos.

- Su majestad. - llamo la mayor al ver la cara de tristeza de su rey.

- En verdad, le hice un gran mal. - sonrió triste aún viendo a la dirección por dónde su hija se fue.

~

Como dijo la anciana, allí estaban Tom y Neil quienes discutían por alguna razón--como siempre.

- ¡Idiota!

- ¡Imbécil!

- ¡Gato sin botas!

- ¡Mujeriego pero gay!

- ¡Tú madre nunca te quiso!

- ¡Y tú eres adoptado!

- ¡¿Pero que verga esta pasando en esta mierda!? - exclamó la joven encontrándose con ambos castaños, llenos de paja y jalandose del pelo. - Arriba. - ordenó, ambos levantándose u sacudiéndose. - Parecen un par de niños chiquitos. - se quejó, caminando hacia ambos.

- Es culpa de este imbécil. - gruñó Tom ganándose una patada proveniente de Neil.

La joven sabiendo que Tom iba atacar, los miro a ambos quienes dejaron las payasadas. Suspirando, si dirigió al último establo donde estaba un corcel negro bufeando y pateando. - Veo que alguien está aburrido. - la joven hablo ganándose un fuerte relinche del caballo, sonriendo la joven abrió la puerta dejando que el caballo saliera.

- Le dimos de comer pero no comió. - informó Tom, rascándose la nuca.

- Él no comer las mañanas. - informó la joven acariciando al caballo quien estaba más tranquilo. - Su desayuno es correr toda la sábana. - volvió a decir, agarrando la silla y frenos del caballo.

- ¿No sé enferma? - pregunto Neil, alzando una ceja.

La joven colocó la silla en el lomo del caballo. - ¿Tú lo vez enfermo? - cuestionó viendo a los castaños y luego al caballo, al no obtener respuesta, continuo alistando al corcel para salir. - Nos vemos, más tarde. - informó montandose en el caballo.

- ¿A dónde iras? - cuestionó rápidamente Tom.

- A las montañas. - respondió viendo como su caballo empezaba a bufear impacientemente. - ¿Algo más?

- Ten cuidado. - ambos castaños le rogaron, haciendo que ella sonriera para luego darle una palmada al caballo indicandole que podía avanzar.

~

La castaña daba vueltas y vueltas en su cuarto, estaba estresada, alterada, enojada y asustada. Su cabeza, estaba hecha un desastre y mientras ella recorría sus apocentos de arriba para abajo, Maritza su mucama, la observaba con asombro.

- Todo iba bien, todo estaba como lo planeado. - empezó la castaña. - Pero tuvo que ir esa monja metiche arruinarlo todo. - se quejó, Maritza aún viendola.

- Su majestad. - llamo la peli-negro, la castaña la vio. - Tiene que crear un plan. - informó, Elisa iba hablar pero ella continuo. - Haga que pierda la fé de sus hermanas. - sugirió.

La castaña la vio, pensando. - Si el rey la destierra, a ella no le importa. - Maritza asintió. - Pero si sus hermanas le dan la espalda... - se acercó a la peli-negro con una sonrisa. - Ya no tendra razón porque quedarse. - su sonrisa amplió mas, poniendo los clavos en su sitio todo parecía mantequilla pero la castaña sabía que así no era. - Necesitamos información.

- Yo puedo espiarlas, su majestad. - se ofreció la peli-negro.

- Recuerda que es arriesgado. - tomo a la joven por los hombros.

- Tranquila, su majestad. - coloco una mano sobre el hombro de su ama. - Por usted, doy mi vida. - sonrió.

- Con cuidado, ¿okey? - la peli-negro asintió, haciendo que la castaña sonriera más calmada. - Ahora, ayúdame a arreglarme. - solto a la joven, caminando hacia su armario lleno de hermosos vestidos. - ¡El rey me invitó a cenar en su terraza!

| Adiós~
Fijense, aun no me he muerto
:) |

La Pequeña Rebelde Del Grandchester (G. Terry x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora