Cap 50; Un Final, Se Acerca

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- Podríamos estropear la boda. - sugirio Archie.

- O mostrarle los verdaderos colores de Eliza al rey. - añadió Terry.

- Para eso, también necesitaríamos convencer a la tía Elroy y Sara para que no haiga más despelotes. - suspiro Annie.

- ¿Una prueba de ADN? - Albert pregunto. - Eric podría hacer esa prueba y su sale positiva, tenemos la facilidad de sabotearla.

- Tomaría mucho tiempo. - recordó Oliver. - Pero es una opción. - asintió.

- Podríamos hacer que se enfermé. - dijo de repente Stear, mientras limpiaba sus lentes. - Como contagiarle Tuberculosis. - sonrió inocente provocando que Archie, Anthony y Terry tragaran ondo.

- ¿O...?- Lucifer miro a su jefa con una dulce sonrisa, la menor ha estado muy callada desde que llegaron.

- O... - miro a sus hermanas. - Podríamos causarle un aborto. - sugirió, llamando la atención de los presentes. - Estaríamos matando a un alma inocente. - asintió mientras se cruzaba de hombros. - Prefiero eso a que ese pequeño nasca para que esa loca se quede y lo trate mal. - bufeo.

- ¿Y como haremos que aborte? - cuationo Anthony. - No podemos acercarnos mucho porque sospechara.

- Hay muchas maneras. - sonrió sadico Eric, haciendo que sus compañeros y jefe negaran con la cabeza. - Veneno en la comida, por ejemplo.

- Veneno, perdida de sangre, mala alimentación e hidratación, presión en el vientre.. - comento Patricia. - Y la lista sigue. - sonrió.

- Nuestro único problema.. - se cruzo de brazos Candy, visiblemente molesta.

- ...E' Susana. - remiro los ojos Terry.

- Ella no es nuestro objetivo ahora. - dijo T/N, entrelazando sus dedos de ambas palmas sobre la mesa. - Pero lo que si tengo entendido, es que la loca tiene algunas tropas compradas. - se lambio el labio inferior. - Así que, si las cosas no salen como lo planeado.. - miro a sus parientes. - Los mandaré a evacuar.

- No. - Annie nego con su cabeza. - No te dejaremos una segunda vez. - dijo sería, con aquella mirada de determinación en sus ojos dandole a entender a la rebelde que ninguna de sus hermanas se iría.

T/N sonó su lengua, ahora dirigiendo su mirada hacia los tres mosqueteros. - Y me imagino que ustedes también se quedan. - alzó una ceja, ganandose una sonrisa nerviosa de cada uno.

- Estaremos a tu lado, enana. - Terry le dijo al oído, depositando un pequeño beso en su mejilla para que la princesa lo viera sonreír.

La (c/piel) miro a los presentes de la mesa; estos le regalaban una sonrisa, miro a sus hombres; quienes le hacían una reverencia aún sabiendo que ella odia que inclinen su cabeza en su presencia, volvió a ver a Terry; este aún le sonreía. La princesa bufeo, desviando la mirada del peli-negro para cruzarse de brazos enojada. - Tengo una familia terca. - comento, ganandose las risas de los presentes y otro pequeño beso en la mejilla. - El colmo.

~

Con aquello en mente, los días pasaron sin problema y no era que la misión se había pospuesto sino que la cuarta princesa no sabía cuál de los tantos planes, llevar acabo.

Ese día, después del almuerzo ella estaba sentada en el inició de una de las tantas escaleras que el castillo tenía, Leo estaba en una esquina junto a su pareja mientras que la menor jugaba con sus cachorros. Al paso de unos milisegundos, los pequeños felinos comenzaron a ronronear en molestia lo cual hizo que los leones mayores le gruñeran a la figura que se aproximaba.

- Tiempo sin verte... - comento la primera en un tono burlon, una sonrisa picara decoraba sus aspectos fáciles. - Susana.

- Y en verdad ha pasado mucho tiempo, su majestad. - respondió, haciendo que los felinos mayores gruñeran bajo pero se quedaron en sitio al ver que su dueña les hacía una seña para que se quedarán quietos. - He visto que es cercana a Terry, su majestad. - comento al estar a una distancia razonable de la princesa, sacando unos pequeños gruñidos de los cachorros.

- ¿Porque tantos celos por algo que no les pertenece? - gruñó, volteando su cabeza para ver a la peli-rosa, su sonrisa picara sin dejar sus labios. - Solo somos amigos, Susanita. - se burló.

La nombrada trago ondo, y ella creyendo que la cuarta princesa era diferente. - ¿Entonces no le molesta si lo cortejeo? - pregunto.

La rebelde alzo un poco su mentón, juntando sus cejas mientras se lambio el labio. - ...No. - finalmente respondió, volviendo a prestarle atención al cachorro que tenía en sus piernas.

- ¿Entregando otra vez a tu hombre, T/N? - una voz se entrometió mientras que la persona se acercaba a ellas. - Como hiciste con Maritza, mm. - recordó, provocando que la mirada de la rebelde se oscureciera.

- Tú muy bien sabes que yo solo hice lo que ella quería. - se levantó gruñendo, dejando que los felinos se fueran con sus padres que estaban apunto de brincarle encima a la castaña.

Eliza fruño el ceño. - Maritza jamás quiso irse de mi lado. - susurró, acercandose a la menor. - ¡Tu la forzaste! - abofeteo a su hijastra, asustando un poco a Susana y sacandole un gruñido de molestia a Leo quién aún no se movía, por petición de su dueña. - ¡Tu la alejaste de mi! - le volvió a cachetear, haciendo que la princesa diera un paso atrás. - ¡Maritza jamás se hubiera ido! ¡Ni aunque yo se lo pidiera! - le volvió a pegar. - Esa maldita culebra de hubiera tragado. - hablo entre dientes mientras le sostenía el cuello de su camisa a la joven, ambas estando en la orilla de las escaleras. ¡Deberías de estar muerta! - alzó su mano nuevamente, lista para abofetearla otra vez. - ¡Tú deberías de...!

| Aaah~ se siente bien
Se viene lo bueno!
salta alegré |

La Pequeña Rebelde Del Grandchester (G. Terry x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora